En la segunda jornada de juicio, han asegurado que pudieron «corroborar, había evidencias», que la noche de la agresión Alves estaba ebrio, para lo que han hecho referencia al ticket del restaurante donde cenó esa noche con tres amigos --en el que consta vino y whisky-- y las cámaras de seguridad de la discoteca Sutton, donde aparece tomando champagne.
Sin embargo a través de este ticket no pudieron saber «la cantidad concreta que tomó, porque no hay prueba de alcoholemia» y compartió mesa con tres personas más, y tampoco pueden aclarar cuánto bebió en la discoteca porque solo está grabado el momento en que le rellenan la copa.
También vieron que «se relacionaba con personas que no conocía y abrazaba, que es ilógico en él, había descoordinación motora, parece como que se caiga», han relatado sobre las imágenes, y han asegurado que Alves no es una persona habituada a tomar alcohol.
BUSCA UN ATENUANTE
La defensa del jugador intenta que el consumo de alcohol sirva como atenuante en una eventual condena, y a preguntas de la abogada de la acusación particular, Ester García, las psicólogas han admitido: «Claro que podía distinguir el bien del mal, porque no tenía alteración de la realidad».
El jugador, en cambio, tenía «las capacidades cognitivas levemente afectadas», pero sabía lo que estaba ocurriendo.
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