Pese a sus muchos defectos, contradicciones, errores y sombras, un periodismo libre es la última trinchera, el baluarte que una sociedad maltratada tiene para hacer frente a los dictadores vocacionales, los manipuladores y los políticos sinvergüenzas». Es la mejor definición posible ante la actual situación que se vive en España, donde el próximo paso del gobierno será silenciar a aquellos medios que no son afines y evitar así las críticas y el desgaste. La frase la ha escrito en X el escritor Arturo Pérez Reverte, cuya carrera periodística estuvo marcada por los conflictos bélicos.

El auténtico fango no es el que denuncia Sánchez ni sus palmeros de partido. El fango es apuntar a los periodistas incómodos y publicar sus nombres, como han hecho ya algunos en las redes sociales. El fango es no querer dar explicaciones sobre las actividades profesionales de su esposa, sus patrocinadores y favores recibidos, algo que en los principales países europeos sería impensable. La pantomima vivida durante los últimos días no es una cuestión menor porque va en contra de la libertad de prensa, que ya está regulada por ley y existen instrumentos para que los medios rectifiquen noticias no verídicas, algo que sabe sobradamente el ex alcalde Ruiz, que perdió las dos denuncias presentadas contra este periódico por el ‘caso Nascor’. Por cierto, Ruiz ya utilizó el término pseudo medio en uno de los plenos del Ayuntamiento de Vila para referirse a este periódico sin venir a cuento. No entiende que una ‘hoja parroquial’, un panfleto, como llaman él y algunos de sus compañeros a este periódico, pudiese influir en un solo voto en las pasadas municipales. Aún no ha pasado ese mal trago, pero el revolcón electoral aún escuece. Y mucho.

Fango es utilizar las redes sociales para intentar contrarrestar noticias que gustan, como hicieron de manera insistente desde el PSOE la pasada legislatura contra informaciones verídicas y contrastada que demostraban la mala gestión municipal en Vila. Hay cientos de tuits contra este medio y contra algunos de sus periodistas por publicar informaciones verídicas, por no hablar de aquellos ataques gratuitos de colegas de otros medios por simples opiniones sobre la reforma de la Avenida Isidor Macabich. Todo muy lamentable.

Esta estrategia que ha impuesto Sánchez a sus compañeros de partido ya se puso en marcha en Ibiza hace mucho tiempo. Da auténtica vergüenza ajena leer durante los últimos días determinados tuits en las redes de algunos destacados dirigentes socialistas sobre lo que tiene que ser el periodismo, que evidentemente no consiste en crear cuentas falsas en las redes sociales para atacar a antiguos compañeros de profesión. Eso ocurrió en Ibiza y no hace mucho. Periodismo es contar lo que ocurre, guste o no guste. Periodismo es destapar el ‘caso Whatsapp’ o los contratos irregulares de Alfonso Molina. O denunciar la situación surrealista que se vive en el Consell de Formentera, por ejemplo, independiente del color político que gobierna.

La democracia no está en peligro por la existencia de digitales, como dice Sánchez, si bien el presidente del Gobierno olvida que todos los periódicos de papel cuentan con una versión digital. La democracia está en peligro cuando se negocia con fugados de la justicia, cuando se rebajan los delitos de malversación para obtener votos, o cuando se utilizan organismos del Estado como el CIS, RTVE, el Tribunal Constitucional y la Fiscalía Anticorrupción para atacar a los rivales políticos.
La democracia no está en peligro por supuestos bulos, que evidentemente hay que erradicarlos. Está en peligro por políticos que no tienen ningún tipo de límite para seguir en el poder. Afortunadamente los ciudadanos y los lectores de este periódico son suficientemente inteligentes