A qué substancias se refería el criado de su «puto amo» Bulosánchez, el ministro Torrente Puente, para abrir una crisis diplomática con nuestra querida Argentina. El mate coloca y hace cabalgar al gaucho por la pampa, inspira a bailar la milonga y aclara la cabeza para la lectura fabulosa de Borges, por supuesto, pero supongo que no sería el mate lo que tendría el bruto ministro en la punta de la lengua bífida. Me entero que en Argentina vive la mayor colonia de pitiusos allende los mares. El segundo hogar es la Perla del Caribe, nuestra amada Cuba, contra cuyos dirigentes no se atreve a rechistar nadie de nuestro esperpéntico gobierno. Tal vez sea la cubana el ideal de regeneración democrática que anunciaba en su carta a la ciudadanía el farsante monclovita.

En la Argentina también gustan mezclar el fernet branca con cocacola, cocktail alucinógeno que arregla cualquier indigestión de kilos de asado; prefiero el Papa Doble que lleva triple dosis de ron de Santiago de Cuba con una gota de marrasquino y zumo de pomelo rosa. Pero me gusta la elección de tantos pitiusos repartidos por el mundo: Argentina y Cuba, dos maravillas del galante y mestizo mundo hispano donde se vive el realismo mágico y se sobrevive a la cruda política.

Por supuesto que Milei ha respondido al grosero ataque refiriéndose a la corrupción sanchista, doñas incluidas. También podía haber hablado de «substancias», pues dudo mucho que la mayor parte del gobierno español pudiera superar las pruebas de un análisis de sangre a la hora de conducir un coche y mucho menos un país. Toma cambalache donde el que no llora no mama y el que no afana es un gil.