Al menos 60 trabajadores conviven en el asentamiento de Can Burgos. | Moisés Copa

La propiedad del solar que hay entre la rotonda de Can Cifre y la de sa Carroca y la calle Riu Guadalquivir de Ibiza, cerca de Sant Jordi, está limpiando los terrenos desde el pasado miércoles a instancias del Ayuntamiento de Sant Josep.

Desde el Consistorio explicaron a Periódico de Ibiza y Formentera que los gastos de esta limpieza corren íntegramente a cargo de la propiedad del terreno y que la Policía Local josepina está presente en los trabajos de limpieza «únicamente para facilitar la salida de vehículos, evitar que entren nuevos y hacer un seguimiento regular para comprobar la progresión de los trabajos y la gente que vive allí», precisaron. Desde el Ayuntamiento aseguraron que han llegado a contar a unas 60 personas residiendo en este solar y afirmaron que la propiedad de estos terrenos, por el momento, no ha interpuesto denuncia ni ha pedido al juez el desalojo de quienes viven allí, la gran mayoría personas que han venido a trabajar la temporada turística.

«Hay gente de muchas nacionalidades distintas: hay latinos, españoles y una gran mayoría de saharauis», explica Brahim a Periódico de Ibiza y Formentera, quien asegura que ha vivido en este asentamiento durante dos meses antes de encontrar una cama «en una sala donde dormimos tres personas y por la que pago 250 euros al mes».

Brahim es saharaui y asegura que «nuestro pueblo, como refugiado, está acostumbrado a vivir en haimas; el verdadero problema aquí es conseguir agua». Las afirmaciones de Brahim provocan la respuesta de su compatriota Baba, quien afirma «no es verdad; a nadie le gusta vivir en una haima. Vivimos como animales porque España vendió mi pais». «La mayoría de nosotros tenemos padres españoles», recuerda el joven saharaui.

Buen sueldo

Baba asegura que «es el segundo año que vengo a trabajar a Ibiza en hoteles y vivo en una furgoneta desde hace dos meses». «Pagaría 400 euros por una habitación si la encontrara, pero no hay ni eso», explica Baba cuyo sueldo asegura que es de 1.800 euros.

«Parece que en Ibiza solo se piensa en los hoteles y no en los trabajadores, pero cuando los trabajadores dejen de venir va a ser muy jodido para Ibiza», opina el joven saharaui, quien reivindica que «nosotros no queremos que Ibiza se joda, pero los trabajadores se van a tener que ir a trabajar a Europa».

Handi y Hamadi llegaron a Ibiza hace un par de días para trabajar en un alquiler de coches. Las dos primeras noches han dormido bajo unos plásticos bajo la intensa lluvia. «Se nos ha mojado todo lo que llevábamos», aseguran mientras disponen un par de palés bajo un árbol para montar una tienda de campaña donde dormir.

«No hay nada para alquilar; en Ibiza ganas dinero pero no tienes donde vivir», aseguran, mientras explican que «el año pasado vivíamos en una casa de la empresa con 20 personas, pero este año ya no hay sitio». «Lo peor es el agua», subraya Handi mientras Hamadi explica que «tenemos que ir a comprar garrafas al Mercadona para poder beber y asearnos un poco».

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En una estructura montada con palés conversan, toman té y descansan hasta siete vecinos del asentamiento. Todos ellos cuentan con empleo en hostelería y la construcción. «Venimos aquí a trabajar; tenemos nuestros contratos y pagamos nuestros impuestos como cualquiera», reivindica Alí, mientras Moha asegura que «el año pasado me tocó pagar 2.000 euros a Hacienda».

Moha trabaja como runner en un restaurante de Ibiza desde hace tres meses y asegura que «contando las horas extra puedo ganar hasta 2.000 euros». Al problema endémico del preció de la vivienda, Moha apunta otro problema añadido: las estafas. «Cuando llegué a Ibiza creía que tenía vivienda; alguien me ofreció un piso por Telegram, me enseñó las fotos y me pidió un mes y dos más por la fianza. Eran 1.500 euros, pero valía la pena llegar con la tranquilidad de tener techo, cama y ducha», relata Moha para denunciar que «cuando llegué ya no me cogió más el teléfono y ya no pude recuperar el dinero».

Un problema que también asegura haber sufrido Brahim, quien trabaja desde tres temporadas en un gran hotel de Platja d’en Bossa.

Camas en locales

«Me han llegado a ofrecer camas en un local por 600 euros y he estado dispuesto a pagarlos», asegura Alí, que denuncia que «cuando se dan cuenta de que eres árabe ya no quieren alquilártela; solo quieren latinos».

«Cobrando 2.000 euros, que es lo que gana la mayoría de gente que vive aquí, no puedes encontrar vivienda», lamenta Alí, mientras Brahim asegura que «yo puedo llegar a ganar hasta 2.500 euros y los precios que he encontrado son verdaderamente absurdos: hasta 1.400 euros por un piso para una persona». «El de la vivienda es un problema de toda la isla», apunta Alí para observar que «hasta los ibicencos tienen que vivir con sus padres hasta los 30 años o más porque no encuentran nada».
El grupo de saharauis, de entre 20 y 32 años, asegura que «aquí todos estamos apuntados al gimnasio, aunque solo vamos para poder ducharnos» para explicar de qué manera pueden mantener la higiene viviendo en el asentamiento.

Respecto a la convivencia aseguran que «no hay ningún problema entre nosotros», mientras Moha recuerda que «en una ocasión vinieron dos extraños e hicieron un fuego, pero enseguida vino la Policía y la Guardia Civil, que se portaron muy bien con nosotros, y lo solucionaron».

En el asentamiento también viven Juan y Álvaro, tío y sobrino gaditanos que trabajan como socorristas en un establecimiento hotelero. «Llevo tres años viniendo a hacer la temporada», asegura Juan, que vive en una furgoneta. «Por mucho que he buscado no tiene sentido pagar 500 euros por una habitación compartida o 700 por una para ti solo, menos cuando eres fijo discontinuo y tienes que ahorrar para el invierno», argumenta Juan mientras acompaña a su sobrino para montar su tienda de campaña.

Didi tiene nacionalidad española y es su segundo año haciendo la temporada en Ibiza: «El año pasado tenía trabajo en Cala Llonga y me daban alojamiento, pero este año no nos dan y me he quedado sin sitio donde estar». Es el mismo caso de Chia, también «refugiado saharaui». Didi asegura que lleva un mes en esta situación y reconoce que «estoy jodidísimo; llevo fatal esta situación».