La ibicenca Camila Lucía Perazzo, minutos antes de la charla con ‘Periódico de Ibiza y Formentera.  | Moisés Copa

«Eres tu hogar. A veces te sentirás cómoda y otras sólo querrás salir de ahí, pero al final debes saber que eres el lugar al que regresar para encontrar paz». Este pensamiento forma parte de una historia real, honesta y cruda sobre una «niña herida» que supo sobreponerse a los golpes de la vida. Ella es Camila Lucía Perazzo, una joven de Ibiza apasionada de la danza que, tras una relación tóxica de dos años, pasó un duelo cargado del mismo sufrimiento y desesperación que vivió durante la propia relación.

«Yo me había convertido en otra persona y, tras el maltrato psicológico, había cultivado una voz dentro de mí que me hacía daño. Un diálogo interno castigador que condicionaba mi relación con la comida», señala esta joven, resaltando que la voz interior se había contaminado tanto que llegaron también otras autolesiones. Todo ello hizo que Camila Lucía Perazzo ingresara en un hospital de día de Madrid -ya que se encontraba en la capital estudiando danza- con un Trastorno de Conducta Alimentaria (TCA).

Desahogo emocional

Durante su ingreso, aunque llevaba tiempo volcando sus pensamientos por escrito, empezó a compartir de forma más continuada sus vivencias como desahogo emocional a través del papel. «Escribía como forma de expresión. Poco a poco hice un diario con mis experiencias», explica Camila Lucía Perazzo, recordando cómo se sintió durante las primeras semanas en el hospital de día. «La enfermedad fue a peor al principio de estar hospitalizada porque estaba en una zona de confort y me sentía cuidada», recuerda esta joven, haciendo hincapié en que estuvo ingresada un año y tres meses. En este tiempo dejo de reprimir totalmente sus sentimientos, empezó a cuidar sus emociones gracias a los cuidados de los profesionales y mejoró la calidad de sus vínculos para gestionar mejor sus pensamientos.

Vivencias que recopiló en un emotivo libro titulado Todo aquello que grité en silencio en el que da testimonio de sus propias vivencias con relatos de sufrimiento, pero también de amor y esperanza que comparte a corazón abierto. «El libro se escribe solo con escritos recopilados desde que tengo 14 años hasta los 21 años», subraya esta joven autora, que actualmente tiene 23 años, mientras sujeta uno de sus ejemplares en Santa Eulària. Sin duda, Camila Lucía Perazzo, que utilizó la escritura como terapia para superar algunas experiencias traumáticas, quiere compartir con los lectores estas duras emociones porque, según esta ibicenca, es esencial «visibilizar la importancia de la violencia psicológica contra las mujeres» porque el impacto es muy doloroso. Un dolor y sufrimiento que, indica, «sufren cada día muchas mujeres en España».

En su caso, como consecuencia de lo que vivió siendo tan joven, tuvo que enfrentarse con el apoyo de sus padres a las secuelas de una relación tóxica que, según la joven Camila, tuvo un impacto directo en su salud mental con la aparición de este trastorno de la conducta alimentaria. «Los trastornos siempre van acompañados de otras patologías», agrega. En este sentido, insistió en que el diálogo interno castigador que se había creado fomentaba esta forma de castigo con la comida. «Quería lesionarme y de esta manera podía observar que lo estaba logrando», recuerda esta valiente mujer mientras señalaba que en aquella época lo que buscaba era «desaparecer».

Carta de perdón

«Con el tiempo empecé a perder memoria y también memoria sensorial para el tacto; yo sólo quería volver a sentir y valorar la vida. Por eso me escribí una carta de perdón a mí misma y una carta de agradecimiento a mi familia y a los profesionales que me cuidaron. Este discurso, que ofrecí cuando me dieron el alta en el hospital de día, está dentro de mi libro», subraya esta autora. Al preguntarle por sus padres y el sufrimiento vivido, Camila Lucía Perazzo indica que sus padres lo pasaron muy mal «porque les costó mucho tiempo entender lo que me pasaba».

Actualmente reconoce que es como una «montaña rusa» de emociones, pero está bien consigo misma. «Al principio, cuando me dieron el alta, tuve alguna recaída para justificar mi malestar porque siempre me exigía estar bien. Yo parezco fuerte y valiente, pero ha sido complicado romper con todo lo que viví. Ahora mismo no tengo síntomas, pero voy a terapia; espero ir durante mucho tiempo y seguir con el proceso porque es importante abrirte y compartir lo que sientes con un experto», destaca con rotundidad, explicando que es esencial poner siempre en valor la importancia de la salud mental.

«En mi caso la anorexia no apareció con el objetivo de estar delgada, sino con la finalidad de lastimarme. Por eso siempre digo que la gente sólo es capaz de advertir los síntomas que están en la superficie y en la punta del iceberg; dejar de comer sólo fue la punta del iceberg», agrega esta joven de Ibiza con más ganas de vivir que nunca. Una mujer que quiere compartir sus relatos personales de superación para llegar a los lectores y que éstos reflexionen sobre la idealización del amor, de las relaciones tóxicas, sobre la importancia de reconocer y afrontar los errores y, así, libertarte del sufrimiento para poder perdonarte. Vivencias que en su libro ha dividido en varios apartados que describen sus emociones a través del primer golpe recibido hasta el abrazo que le dio a la vida y, especialmente, a sí misma.