Dani y Biagini se abrazan tras el gol, junto a Lauren y Engonga.

1 CHELSEA: De Goey (1), Petrescu (1), Babayaro (0), Leboeuf (2), Desailly (2), Vialli (0), Wise (2), Le Sauxx (2), Ferrer (1), Zola (2) y Morris (0)
Cambios: Flo (2) por Babayaro (min.46)
Poyet (1) por Zola (min.60)
Lambourde (1) por Ferrer (min.80)
1 MALLORCA: Roa (3), M.Soler (3), Siviero (2), Marcelino (2), Olaizola (2), Engonga (1), Paunovic (2), Lauren (1), Ibagaza (1), Dani (2), y Biagini (1)
Cambios: Carreras (2) por Ibagaza (min.62)
Soler (1) por Biagini (min.84)
GOLES: 0-1, min.31: Dani culmina un pase de Paunovic y marca.
1-1, min.49: Flo, de fuerte disparo.
ARBITRO: Dick Jol (Holanda). Mostró tarjeta amarilla a Desailly (min.77)
INCIDENCIAS: Lleno absoluto en Stamford Bridge. Alrededor de cuatrocientos mallorquinistas presenciaron el encuentro.

TOMEU TERRASA
FOTO: JOAN TORRES
La alegría va por barrios en Londres. Mientras un sentimiento de impotencia recorría el sureño Chelsea, al norte de la ciudad alguien brindó con champán en algún lugar de Highbury, el distrito donde se aloja el Arsenal. El club que está dispuesto a saltar la banca para presentar una millonaria oferta por Dani García tenía ayer dos buenos motivos para la felicidad. Primero, porque uno de sus más enconados rivales sufría un serio contratiempo en la Recopa de Europa al encajar un gol en su campo. Segundo, porque ese gol "un bello gol" lo había marcado Dani García. Con aquel 0-1, el Arsenal se cargaba de razón y el Chelsea se veía contra las cuerdas ante un tal Mallorca, un desconocido en el concierto internacional sin más cartel que los folletos turísticos que empapelan las agencias de viajes británicas. El grupo de Cúper es poco impresionable ante los cambios de escenario y contrarrestó el infernal ambiente de Stamford Bridge del modo más lógico: jugando como siempre. Una excelente disposición defensiva, orden y presión a espuertas por todo el campo, un pase magistral de Paunovic, el gol de Dani y, por encima de todo, la providencial actuación de Carlos Roa, cimentaron el camino hacia la final de la Recopa. Hoy, más que nunca, el Mallorca tiene todo el derecho a soñar. Es el justo premio a rascar un empate en el infierno.

El teórico potencial del Chelsea fue menguando a medida que se frustraban las infinitas ocasiones de gol de que dispuso. La incontinencia de Vialli, los desaciertos de Babayaro y la falta de puntería de Wise complicaron la existencia al actual campeón de la Recopa. Pero ningún problema fue tan grande como la soberbia labor de Carlos Roa. El Chelsea no se olvidará nunca de este portero argentino, profundamente religioso, que para como Dios. Sus intervenciones a los disparos a bocajarro de Babayaro, Wise y Poyet fueron la mejor muestra de que Roa es un salvador en situaciones límite. Si el Mallorca logra billete para Birmingham, se lo deberá en buena parte a él.

Tras dejar por imposible la idea de un empate, el Chelsea se arropó en el descanso para reordenarse la cabeza. El grupo de Vialli no concebía cómo podía ir perdiendo ante un equipo que sólo había dispuesto de la ocasión del gol. El técnico-jugador decidió dar salida a Tore Andre Flo, y el noruego agradeció la confianza fusilando a Roa tras aprovechar un error en un rechace de Marcelino. Los azules volvían a meterse en el encuentro y crearon una fase electrizante, con algunas oportunidades para dar la vuelta al encuentro. La defensa del Real Mallorca aprobó con nota aquel test de resistencia obligando al Chelsea a probar el disparo cada vez de mayor distancia. El grupo británico mantuvo la tensión mientras pudo, pero acabó pagando su urgencia por marcar. Vialli y Flo llegaban confusos al área y Poyet le pegaba a romper en cuanto le pasaba el balón cerca. El Mallorca pudo disfrutar de un cómodo final de partido pero cuando no tuvo enfrente al Chelsea se encontró con Dick Jol, un colegiado que no midió con el mismo rasero los fueras de juego y las faltas de uno y otro.

Consumado el empate, el Mallorca espera el encuentro de vuelta con la tranquilidad que da el saberse capaz de atizar al actual campeón un mordisco más fuerte que el de Wise a Marcelino.