Javi Seral no es que tuviera ayer muchísimo trabajo, pero el poco que tuvo le obligó a emplearse a fondo. Suso (en la imagen, en la mejor ocasión del primer tiempo), Paolo y Andrés debieron soñar anoche con él.

La calidad es lo que habitualmente marca la diferencia en un partido y eso es lo que desequilibró el derbi de ayer entre el Atlético Isleño y la Peña Deportiva. Los de Santa Eulària paliaron las ganas, ilusión y motivación de los de Vila con esa quinta marcha que les caracteriza, ese plus que le da el hecho de contar con un gran potencial en una plantilla llamada a hacer grandes cosas esta temporada, tenga bajas o no. Sí, porque si el cuadro de Antonio Asensio –peleón, aguerrido y con dosis de buen fútbol por momentos– no superó a la escuadra de Mario Ormaechea fue simplemente porque ésta tiene más calidad, sobre todo en los metros finales. Por juego, al menos ayer, el Isleño mereció más. De no ser por Seral el resultado habría sido otros. Alguno todavía se pregunta si era un pájaro o un avión. No, no. Era ‘Superman’ Seral, pero sin capa.

Pero en el fútbol lo que mandan son los goles y los peñistas hicieron uno más que su rival. Con mucho mérito por cierto. No en vano, el cuadro de Can Misses llevaba cuatro partidos consecutivos invicto y sin encajar un gol. Ayer, la Peña, a pesar de las ausencias de Fofi, Ramiro, De Pablos y Carvajal, entre otras, no le marcó un tanto, sino dos, que sirvieron para remontar un partido que se le había puesto cuesta arriba nada más arrancar el segundo periodo, debido al tempranero gol de Puet, y embolsarse así tres puntos a domicilio.

Ambos equipos habían llegado al derbi después de haber saldado sus últimos compromisos por la mínima. Se preveía un partido de mucha brega y pocos goles. Lo primero se cumplió; lo segundo, no. Eso sí, la primera parte, en la que se lesionó Berto, cumplió el guión a rajatabla. Cinco llegadas de peligro, entre comillas, se contabilizaron en los primeros 45 minutos. Las de la Peña, por cierto, testimoniales. Una falta directa lanzada a las nubes por Galera y un disparo desviado de Juan Martínez a la media vuelta fueron las únicas aproximaciones de la primera media hora. Seis minutos después, la Peña hizo su primera incursión en el área. En una segunda jugada de córner, Pando remató arriba un buen centro de Aledda. Pero la más clara la tuvo poco después Suso en sus botas. Una preciosa jugada al primer toque, con asistencia final de Galera, le dejó en buena posición ante Seral, que evitó que el disparo de Suso subiera al marcador. El primer tiempo terminó con una acción de Da Silva similar a la que antes había protagonizado Juan Martínez. Peligro nulo.

Tras el descanso, el decorado cambió por completo. Paolo, todo corazón en la tarde de ayer, puso a prueba a Seral a los dos minutos, que evitó lo que ya se cantaba como el 1-0 con una soberbia parada. No pudo repetir hazaña dos minutos después. Puet pilló un rechazo en el área, controló, disparó y el balón, tras tocar en Pomar, se alojó en el fondo de la red. Por juego, se lo merecía el Isleño, que pudo sentenciar en el 52. Andrés chutó al más puro estilo Thierry Henry desde el pico del área y apareció entonces una milagrosa manopla de Seral para evitar el segundo.

El cambio

Cuando mejor estaban los locales, el fútbol les dio un revés. Un tiro mordido de José Luis en una segunda jugada lo cabeceó Pau Pomar mientras el balón caía para hacer el empate. Seis minutos después, uno después de que la Peña pidiera expulsión de Galera por frenar a Piquero cuando encaraba al portero, otra acción de segunda jugada acabó en gol para los de Ormaechea. De nuevo lanzó José Luis, pero la defensa dejó muerta la pelota en el área pequeña, donde Pando metió el pie para completar la remontada.

Da Silva, en un cabezazo tras una falta botada por Aledda en el minuto 64, y Piquero, tras un sensacional pase de Bernal el tiempo de descuento, pudieron ampliar la renta ante un Isleño al que no le quedó otra que sacar las armas atacantes banquillo: Franco y Vega. No sirvió de nada. El equipo de Vila parecía un boxeador noqueado después de haber sido mejor en todos los asaltos anteriores, conformándose así con hincar la rodilla dignamente.