El Formentera debuta esta tarde en su segunda fase de ascenso a Segunda B frente al Villarrobledo. | R.J.PALOMO

Tan solo dos temporadas le han bastado al Formentera de Luis Elcacho para alcanzar su cima futbolística en Tercera División. Dos concursos plagados de éxitos cuyo desenlace arranca esta tarde en el Municipal de Sant Francesc (17,30 horas) con el primero de los seis encuentros que deberían bastarle para ascender por primera vez en su historia a la Segunda División B del fútbol nacional.

El colectivo pitiuso afronta su primera eliminatoria frente al Villarrobledo albaceteño en su mejor momento histórico. Nunca antes la formación rojilla había encadenado ocho triunfos consecutivos en la división autonómica, y tampoco con anterioridad había dispuesto el club de Sant Francesc una plantilla de tantos quilates.

Ha llegado, pues, la hora de la verdad para un Formentera que ha concluido la temporada en la tercera posición del grupo balear con 80 puntos, cuatro más que su primer adversario en el play off. El Villarrobledo, un histórico del fútbol manchego que llegó a militar una temporada en Segunda División, allá por los ‘60, desembarca en la pitiusa menor con sed de venganza tras el revés sufrido hace dos cursos en Inca, donde cayó eliminado, envuelto en polémica arbitral, ante el Constància. Ahora, los de Benigno Sánchez pretenden resarcirse en su octava tentativa por ascender de categoría.

La eliminatoria, como han apuntado ambos técnicos, está «al cincuenta por ciento». La escuadra de Formentera llega en plena forma y con todos sus efectivos, pero enfrente tendrá a un bloque diseñado para ascender y que cuenta en sus filas con el pichichi del grupo manchego, Juanma Ortiz (24 dianas). La capacidad goleadora de los albaceteños –suman 22 goles más que los pitiusos– es la principal amenaza de un equipo que espera resolver la eliminatoria el próximo sábado en el ‘Barranco del Lobo’ de Villarrobledo. En su contra jugará el largo desplazamiento a la pitiusa menor –llegaron ayer a la isla por tierra, aire y mar– y el terreno de juego, con una superficie excesivamente dura y de césped artificial.

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