Juanjo Serra recibió una medalla de cartón y un dibujo por parte de sus hijos Lluís y Adriana Serra Meléndez, respectivamente, al acabar el Reto Azul.

Juanjo Serra (Eivissa, 11-06-1972) escribió el pasado fin de semana una histórica página en el deporte pitiuso y español. El nadador cruzó a nado desde Jávea hasta Eivissa, el Reto Azul, algo que únicamente había logrado David Meca. El ibicenco, que se encuentra bien de salud, aseguró que ya no realizará ningún reto tan exigente como éste.

—La primera pregunta es obvia. ¿Cómo se encuentra de salud?
—Ya estoy casi recuperado. Aún estoy muy dolorido, pero progreso poco a poco. Ya puedo comer, aunque aún no es posible ingerir sólidos. Quizá mañana –hoy para el lector–, sí, pero, de momento, solamente cosas blanditas porque la boca está afectada.

—Afortunadamente, entonces, no han quedado secuelas tras el esfuerzo descomunal que ha realizado.
—No. Estuvo bien que me quedara en observación en Can Misses, donde me hicieron muchas pruebas, porque el desgaste del cuerpo fue muy grande y la inflamación bucal también, pero las pruebas fueron positivas y simplemente toca recuperarse poco a poco.

—No sé usted cuando se vio en el espejo, pero yo me asusté al verle tras su llegada.
—Es cierto que había gente que no se creía cómo había quedado y casi que les daba miedo por lo desfigurado que llegué. Recuerdo que Monserrat Tresserras no quería en su día que le hicieran fotos de la cara para que su madre no se asustara.

—Este reto solamente lo había conseguido David Meca. ¿Qué se siente al estar, en parte, a su altura?
—No estuve a la altura de David Meca, sino a la de la mejor versión de Juanjo Serra. Él es un nadador de otro nivel y de otra categoría. Es un deportista profesional y el tiempo que hizo no lo va a mejorar nadie seguramente. Lo que sí es verdad es que formo parte de una lista muy corta de personas que han hecho esto. No creo que sea una cosa que se vaya a plantear mucha gente, y el que se la plantee debe prepararse muy bien, porque es muy dura.

—No me creo que no se le pasara por la mente abandonar durante tantas horas en el mar.
—Sí que se me pasó, pero puse el sistema en funcionamiento y me lo quité al momento de la cabeza. Como tenía fuerzas, no le di mucha importancia a ese pensamiento. Intenté pensar positivamente y, al ver que no me dolían los brazos, pude seguir tirando.

—Pero no lo digo solamente por posibles molestias físicas, sino también por la dificultad de mantenerse con los ojos abiertos tantísimas horas.
—En algún momento tenía sueño, pero recuerdo que cerraba los ojos durante seis brazadas y los volvía a abrir. Así me hice a la idea de que dormía, como si funcionara con el piloto automático.

—¿Se ha planteado más retos?
—Sí, pero no de esta categoría. Cuando dije que con 80 años quiero hacer un maratón no iba de broma. No tengo la necesidad de hacer algo más grande. Como me dijo mi abuelo, «lo que has hecho es una tontería, pero está muy bien».
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