Iván Morales y Piquero pugnan por un balón dividido. | Toni Escobar

Ganó el mejor. Así de simple y como debe ser. La Peña Deportiva se llevó el derbi contra un San Rafael que no fue ni la sombra de lo que se esperaba. Ni su gran momento de forma –llevaba cinco partidos seguidos sin perder– ni el hecho de que los peñistas estaban mermadísimos –tenían siete bajas, muchas de ellas importantísimas– impidieron que el líder ejerciera como tal e impusiera su ley.

Los pupilos de Mario Ormaechea se garantizaron virtualmente con esta victoria –solamente una catástrofe lo impediría– su presencia en el ‘play off’ y dieron un pasito adelante en el camino hacia el título, que, eso sí, sigue abierto, con el Llosetense como principal amenaza tras el revés sufrido ayer por el Formentera. Por su parte, las cuentas no dan aún la permanencia al San Rafi, aunque nada hacer pensar que no vaya a salvarse.

La primera mitad fue de abrumador dominio peñista. Los pupilos de Mario Ormaechea no acusaron las bajas en absoluto, minimizando a un cuadro ‘rafeler’ del que se esperaba mucho más sobre el terreno de juego.

Pando fue el primero en avisar de las intenciones de los locales. Apenas habían pasado seis minutos de juego cuando el centrocampista cabeceó libre de marca en el segundo palo, topándose en su camino hacia el gol con un bien colocado Hortal, el mejor de los suyos hasta el descanso. Los visitantes replicaron poco después, en una jugada personal de Fofi que permitió a Luque disponer de la primera oportunidad de peligro ‘rafelera’. Sin embargo, su flojo disparo lo despejó Erencia con contundencia cuando Moro se disponía a atraparlo.

El bagaje ofensivo del San Rafael se redujo a eso. Vamos, que ni tiró entre los tres palos. El resto de partido estuvo a merced de los santaeulalienses, que no se marcharon por delante en el marcador al descanso de milagro. Al cuarto de hora de juego, un toque sutil de Piquero habilitó a Nil, que se plantó solo ante el guardameta. El delantero, que no está teniendo minutos este curso y salió ayer de titular debido a las numerosas ausencias de la Peña, no supo superar a Hortal, que hincó la rodilla al suelo para despejar el disparo del atacante.
Dos oportunidades más tuvo el cuadro de Ormaechea para desnivelar la balanza. La primera fue para Piquero, que se entretuvo demasiado acomodando el balón y acabó estrellando su disparo en un defensor. La segunda y última se produjo a balón parado. Una mano de De Pablos al borde del área permitió a Pando disponer de una falta directa. En su ejecución, el balón salió como un misil, pero algo centrado, y Hortal exhibió entonces sus reflejos para evitar el gol.

Román vio que el partido no pintaba bien para los suyos e introdujo un doble cambio durante el asueto. Guti, que estaba jugando de central, dejó su sitio a Yeste, desplazándose Aparicio al eje de la zaga, y Carvajal entró por Manolo. Lo cierto es que los locales ya no encontraron con facilidad la vía del gol. Eso sí, cuando lo hallaron, no perdonaron. Ramiro, recién entrado al campo, se sacó un centro perfecto con la zurda y Piquero, con un cabezazo inapelable, llevó el júbilo a la grada. Se hizo así justicia a un derbi que fue dominado de cabo a rabo por una Peña indomable.