El deporte puede convertirse en un nexo de unión entre personas que puede permanecer inalterable durante toda la vida.

Ayer lo demostraron 24 veteranos componentes del CD Mediterráneo, un modesto equipo infantil de la Eivissa de mediados de los años 50 del pasado siglo. Seis décadas más tarde, aquellos chiquillos que empezaron a darle patadas a un balón se sentaron alrededor de una mesa para rememorar algunas de sus primeras experiencias en la vida y como futbolistas.

La idea surgió de Joan Riera, propietario de Ca n’Alfredo y uno de los chavales que hace casi 60 años defendía los colores de aquél club. «Vestíamos de franjas verticales azules y blancas», recuerda Riera. «Estoy casi seguro que mi inclinación por el Español nació con aquella camiseta», agrega el restaurador.

Fue él quien ha contactado ahora con sus compañeros en aquél equipo para invitarlos a su restaurante. «Algunos hace tiempo que no los veía, como Toni Roig, des Tap, de Santa Gertrudis, que no daba crédito cuando le propuse venir a esta cena», explica el también analista en el espacio deportivo de la TEF, DXtef. Algunos de los invitados de anoche llegaron de fuera de la isla, como Agustí Bosom, que llegó de Barcelona, donde reside hace años. También figuraban en la convocatoria de ayer Toni Daura, Juan Juan, Roberto López, Mariano Fita, Rafael Pelegrín y Pep Marí Botja, entre otros.

Otros, en cambio, estuvieron presentes en el recuerdo, como los desaparecidos Pep Marí Blanquet y Pedro de sa Rojeta, los dos entrenadores que llevaron las riendas del equipo en sus inicios, o algunos de sus jugadores, como Alfonso Fonoll, Paco Andiñá, Gonzalo Marí y Juanito Mussón.

La liga del padre Morey

Todos ellos militaron en el CD Mediterráneo, uno de los equipos que surgieron en las primeras ligas infantiles de fútbol de las Pitiüses, competición que promovió el párroco Jaume Morey desde 1955. «También estaba el Ebusitano, donde jugaban los chicos más pudientes de la isla; el Hidalgo, que era de chavales de Dalt Vila; y otros muchos equipos», rememora el propietario de Ca n’Alfredo.

Inicialmente se configuró una competición entre equipos de Vila, extendiéndose al resto de la isla poco después. Así, se estableció una liga regional en la que Riera recuerda que participaban la Peña Deportiva o el Portmany, junto con otros clubes ya desaparecidos, como el Rondalla o el Unión.

Los ojos se le humedecen a Riera cuando explica que su equipo llegó a proclamarse campeón de Eivissa. «Luego disputamos el título balear ante el Alaró, pero nos dieron una buena paliza, tanto aquí como en Menorca», reconoce.

Tras tres temporadas como jugador, el propio Riera entrenaría al Mediterráneo, aunque entonces el equipo ya fue absorbido por otro mito del fútbol ibicenco: la Societat Esportiva Eivissa. Pero esa, ya es otra historia que bien merece otra cena.