Hermann, posando en la playa de Talamanca.

La vida de Alan Hermann (Denia, 1989) bascula entre Denia y Eivissa y siempre con el mar como protagonista. Para su nacimiento, sus padres optaron por una modalidad de parto que entonces no se practicaba en la isla, dentro del agua, por lo que vino al mundo en la localidad valenciana. Practicó durante años la vela pero con los años se pasó al surf y, luego, descubrió el Stand Up Paddle (SUP) en Indonesia. En 2014 se subió a su tabla para realizar la travesía Denia-Eivissa y dar visibilidad al movimiento de la Aliança Mar Blava contra las prospecciones petrolíferas en una imagen que dio la vuelta a España. Este fin de semana participa en la segunda cita del Euro Tour, que recala en Port Adriano (Mallorca), donde alberga esperanzas de hacer un buen papel en la prueba de larga distancia.

—¿Se puede decir que nació y creció en el mar?
—Un poco sí. Practiqué vela durante muchos años y llegué a estar en la residencia de alto rendimiento de Mallorca en 2002.

—¿Qué recuerda de entonces?
—Lo intenté pero vi que si no te lo tomas al cien por cien, todo el tiempo que puedes, no llegas a nada. Es muy sacrificado para un niño entrenar duro cinco días a la semana, compaginarlo con los estudios y renunciar a tu vida.

—Y regresó a Eivissa...
—Seguí navegando, a otro nivel, aunque llegamos a ser terceros de España en 420, el paso previo al 470, que es modalidad olímpica y que entonces era mi sueño, aunque no pudo ser.

—Y reapareció con el ‘paddle surf’ y la Aliança Mar Blava...
—Aquello fue un reto personal que, además, me llenó mucho porque también era por una causa, por Ibiza. Es de lo más grande que he hecho, me trataron muy bien, fenomenal, y me apoyaron en todo, pero no lo repetiría.

—¿Lo pasó mal?
—Mal no, peor que eso. A mi me van bien las distancias largas, a partir de los 20 kilómetros. Pero entre Denia y Eivissa hay 60 millas [unos 92 kilómetros]. El récord estaba en 15 horas y pensaba bajarlo a 14 horas. Iba a buen ritmo pero entonces la cosa se torció.

—¿Qué ocurrió?
A unas cinco horas de Es Vedrà, cambió el viento y empezó a soplar de lado. Imagina cinco horas remando del mismo lado, sin poder cambiar de brazo. Al final hice la travesía en algo más de 17 horas, pero lo peor fueron las dos semanas siguientes. Me quedó una rodilla destrozada.

—¿Qué le pasó por la cabeza?
—Cuando estaba en medio la noche, remando a oscuras, pensaba que aquello mismo lo hizo David Meca nadando, a la mitad de velocidad que yo con la tabla. Para quitarse el sombrero. Me dije que no volvería a hacer algo así, aunque ahora unos amigos me han propuesto hacer una distancia similar, entre Mallorca e Ibiza, pero más relajadamente y me está tentando mucho. Ya veremos.

—Con tanto sufrimiento, ¿qué le da este deporte para seguir?
—Me hace muy feliz. Con el SUP he trabajado mucho la resistencia. En mis entrenamientos, salgo en es Pou des Lleó, doy la vuelta a Tagomago y llego a la Cala de Sant Vicent, que son unos 12 kilómetros, mi distancia. Siempre salgo muy bien del agua. Quizás suene a tópico, pero se te olvidan los problemas que puedas tener en tierra.

—En Eivissa ha crecido mucho el SUP...
—A nivel amateur ha sido espectacular. Hay muchas empresas que se dedican y crecen cada año. Hay demanda y Eivissa es un lugar idóneo. Además, aquí tienes la ventaja que si hay demasiado viento en una cala, puedes moverte a otra donde no sople tanto.

—¿Hay nivel competitivo en las Pitiüses?
—Lamentablemente, no. Hace falta más apoyo de algún club, de patrocinadores y de las instituciones. Me gustaría que hubiera más gente en nivel. Remar solo a veces es un poco aburrido y si no sales fuera a competir no puedes ver tu nivel. El año pasado se hizo la Vuelta a Ibiza en SUP y quedé tercero en la primera etapa, entre Platja d’en Bossa y Cala d’Hort, que son unos 25 kilómetros.

—Este fin de semana participa en el Euro Tour, en Mallorca, ¿qué expectativas tiene?
—En la modalidad de velocidad (sprint) sé que no tengo opciones, pero confío en que pueda hacer algo en resistencia. Son 12 kilómetros y espero hacer un buen papel. Es lo que estoy acostumbrado: menos ritmo y más kilómetros.

—Se perdió la primera cita, en Setúbal (Portugal), ¿seguirá el resto del circuito?
—Sin más apoyo solo podré ir a las competiciones a las que pueda llegar en coche. Puedo ir a Bilbao, San Sebastián, Alemania, pero no, por ejemplo, a Grecia por el tema económico.

—¿Cuál es su sueño?
—Me estoy preparando para la prueba Eleven Cities que se hará en septiembre en Holanda. Es una locura, son 280 kilómetros en cinco días. Mucha gente puede estar feliz con solo acabarla, pero yo creo que puedo intentar estar entre los 15 o 20 mejores.