Al Sevilla se le ocurrió hacer historia en la pequeña isla de Formentera un día nublado y ventoso de noviembre, nada propicio para disfrutar de las turquesas aguas de la menor de las Pitiusas y de su cálido entorno. El club del Nervión aterrizó a la hora del café en Ibiza y para el aperitivo ya estaba en Sant Francesc previa travesía por es Freus. Los de Jorge Sampaoli se concentraron en el hotel boutique es Marès y los 150 aficionados sevillistas que le arroparon durante ambos trayectos tomaron posiciones en la plaza de la Constitución, huérfana ahora de las terrazas que tanto disfrutan residentes y turistas en temporada alta.

Los seguidores sevillistas comenzaron la ronda en el único bar abierto, sin su preciada Cruzcampo pero derrochando arte y guasa, cualidades innatas en las tierras que baña el Guadalquivir. Entre los visitantes, un par de infiltrados, ambos sevillanos y ambos béticos: el guardamenta del Formentera Marcos Contreras y Antonio ‘el barbas’, un amante del fútbol que reside desde hace más de 40 años en Sant Antoni y que no ha perdido un ápice de ese acento que te arranca una sonrisa con solo escucharlo. Antonio, que trabaja en la compañía Tacsa que ha instalado las gradas supletorias en el Municipal de Sant Francesc, se confiesa verdiblanco y sin embargo no dudó en reservar 18 entradas a sus ‘amigos’ sevillistas cuando se lo pidieron hace unas semanas.

El ambiente de camaradería fue la tónica general de la histórica jornada.

No hubo grandes aglomeraciones y mucho menos altercados, pero en Formentera no se veía un despliegue policial similar desde la visita del monarca Juan Carlos en 1994.

La previa escribió un nuevo capítulo dos horas antes del partido con una concentración de los seguidores del Formentera en la plaza principal para acudir juntos en cortejo al coqueto estadio pitiuso. Varios centenares de seguidores rojillos trazaron una larga fila para completar los 800 metros que les separaban del campo, entonando cánticos y dando ambiente a la fría tarde. Al mismo tiempo, unas 200 personas esperaban la salida del Sevilla de su hotel de concentración. La fiesta de la Copa del Rey no había hecho más que empezar.