La violencia asaltó el pasado lunes el mundo del deporte ibicenco durante la disputa de un partido de fútbol base en el que se medían en el campo de Can Cantó los equipos alevines del CE Insular B y del San Carlos, y que tuvo que ser suspendido antes de que se jugara el último cuarto del partido, con victoria parcial de los visitantes por 3-4, al registrarse un bochornoso intento de agresión por parte del padre de uno de los jugadores del Insular contra su propio entrenador, Marcelo Pintos.
Según diversos testimonios recabados de varias personas que presenciaron los reprobables hechos acaecidos sobre el terreno de juego de Can Cantó, todo se inició poco antes de que acabara un partido que había transcurrido con total normalidad «hasta que un hombre saltó desde la grada al campo y salió corriendo con clara intención de agredir dándole una patada a Marcelo Pintos, el entrenador del equipo de su propio hijo», con quien al parecer, mantenía desde hace tiempo una tensa relación por no brindarle a su hijo el correcto trato que, a su entender, se merecía el niño.
El presunto agresor, que no consiguió finalmente su propósito, al ser detenido antes por el entrenador del San Carlos, Fernando Ortiz, cuando ya se aproximaba en actitud violenta al técnico local, fue apartado de inmediato por otras personas que acudieron prestas a mediar y a tratar de poner paz en la riña.
Ante los desagradables acontecimientos que estaban ocurriendo, Fernando Ortiz, técnico del San Carlos, explicó que «decidí que lo mejor era que nos marchásemos y sacar a mis jugadores del campo para que los críos no siguieran presenciando esos comportamientos tan violentos de una forma gratuita. Creo que tomé la decisión más correcta y acertada porque así me lo han hecho saber con su apoyo los padres de nuestro equipo».
«No sé cual sería el problema ni las razones que tendría ese padre para actuar de la manera en que actúo delante de tantos niños pequeños, pero lo que está claro es que hechos así no se pueden tolerar ni permitir dentro del deporte base. A esa persona no deberían permitirle volver a presenciar nunca más un partido en un campo de fútbol», señaló el técnico visitante.
Así las cosas, la posterior trifulca verbal en la que se enzarzaron el padre y el propio entrenador del alevín del Insular B motivó que el árbitro del encuentro, Núñez Lozano, se viera obligado a dar por acabado el choque y recogiese en el acta los motivos y la causa de la suspensión del partido para que la Federación juzgue los hechos con detenimiento y sea la que adopte una determinación oficial ante el lamentable e intolerable espectáculo dialéctico que escenificaron conjuntamente tanto el padre como el entrenador del equipo local.
En lo estrictamente deportivo, ante la posibilidad de que les dieran el partido por perdido por retirarse del mismo sin que acabase de jugarse, desde el San Carlos han asegurado que, en un primer momento, pensaron en presentar una queja formal ante la Federación, pero que acabaron por no dar ese paso, ya que por respeto al Insular como entidad, entienden que «el club no es responsable en absoluto de lo sucedido».
En este sentido, el técnico del San Carlos, Fernando Ortiz, comentó que «a pesar de que el resultado nos era favorable en el momento en que se produjeron los hechos de los que hablamos, no quiero que nos den el partido por ganado por esa razón, ni tampoco me importaría tener que repetir el último cuarto que nos faltaba para que se acabase el encuentro. Lo que tenga que pasar finalmente tendrá que decidirlo la Federación».