Alberto Vicente Luna (Ibiza, 23-03-1988) se despide del balonmano. El partido de hoy en casa del Sagunto B, tal y como adelantó ayer PERIÓDICO de IBIZA Y FORMENTERA, será el último del capitán naranja, que ha decidido poner fin a su etapa deportiva por motivos físicos y personales.

—¿Qué le ha llevado a tomar esta decisión?
—Ha sido una decisión dura, fría y muy meditada. No ha sido una razón concreta, sino un cúmulo de cosas. El detonante más fuerte y la razón más importante, deportivamente hablando, es que he vuelto a sentir dolor en el hombro, con los mismos síntomas que el año pasado me apartaron y privaron de disfrutar jugando. Esto me hace pensar en lo vivido y no quiero volver a pasar por todo lo que pasé. No se puede jugar con miedo, pendiente de un dolor constante y de evitar cualquier tipo de contacto. El balonmano es un deporte de mucho contacto y más incluso en la posición en la que suelo jugar.

—¿Ya no hay marcha atrás?
—Me gustaría decir que no, pero mis amigos y familiares dicen: «Aún te quedan un par de años buenos para jugar y disfrutar, así que, tarde o temprano volverás». Con lo friki que soy de este deporte, sé que me va a costar ver a mis compañeros desde la grada partido tras partido, pero la situación personal que se me avecina necesita un paso al lado en el plano deportivo y creo que es el mejor momento debido a las molestias físicas.

—¿Cuándo se lo dijo a sus compañeros?
—El viernes se lo comuniqué al cuerpo técnico y a los otros dos capitanes. A los compañeros que estaban en el Campeonato de Balears les escribí un mensaje minutos antes de entrar al vestuario el sábado, y a todos los compañeros convocados se lo dije tras el partido contra el Petrer. En el momento que Félix dijo las palabras de final de partido, les di las gracias a todos por la temporada y, en especial, por la victoria en mi último partido en es Pratet como jugador en activo.

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—¿Cómo se lo tomaron?
—Los cogí a todos por sorpresa, incluso a mis padres, que hasta que no lo vean no se lo creen. Creo que al que pilló más en frío es Sergi. Le entrenaba en Palma cuando era cadete y este año hemos compartido vestuario, así que tanto para él como para mí ha sido muy especial. Aun así, casi todos creen que es una decisión errónea, pero, al escuchar las razones, lo entienden y respetan.

—¿Cuál fue su mejor etapa en el Handbol Club Eivissa?
—Sinceramente, cada etapa que he vivido en este club ha superado la anterior. Digo esto, porque desde que llegué en cadete de segundo año he vivido muchas cosas inolvidables. En juveniles, con Hugo Suárez como entrenador, fuimos campeones provinciales los dos años y conseguimos algo histórico en Balears: ser el primer equipo juvenil en ganar un partido en una fase sector de Campeonato de España. En ese tiempo, tuve la suerte de debutar en Segunda Nacional con Goran Dzokic, siendo juvenil de primer año, y al año siguiente debutar en Primera Nacional con Fernando Pastor y Dionisio Quelle. Una vez siendo sénior y tras la vuelta de mi etapa en Palma, destaco en el plano colectivo las dos fases de ascenso, en Telde y La Roca. En esta última conseguimos el ascenso junto a Félix, el actual entrenador, y tras cuatro temporadas en la categoría, un cuarto puesto. Me quedo con cómo se pone la grada cada partido que tenemos en casa. Eso sí que es algo bonito e inolvidable. Quizás el compañerismo y la unión del vestuario, así como vivir esos momentos previos al inicio del partido con la grada coreando el himno que los niños se inventaron hace un par de años es lo que más eche de menos.

—¿Cuál es el peor recuerdo que guarda, esa espina que se quedó clavada?
—El único recuerdo malo que tengo vistiendo y defendiendo la camiseta del club fue el descenso de categoría hace diez años a Segunda Nacional. Para mí, era mi primer año como componente de la primera plantilla y fue un palo muy duro con 19 años.

—¿Qué futuro le augura al Handbol Club Eivissa?
—Estoy seguro de que tendremos un futuro plagado de éxitos en el que creo y pienso que, a nivel de base, seguiremos siendo el club referente en Balears. También espero, como canterano que he sido, capitán y naranja de corazón, que todos los niños sigan trabajando con tantas ganas e ilusión como las que demuestran para llegar al primer equipo y darle ese empujoncito que necesitamos para intentar dar un paso adelante e intentar abordar un posible ascenso a División de Honor B.

—¿Qué hace falta para tener balonmano más arriba en Ibiza?
—Desde mi punto de vista, como he dicho en muchas ocasiones, el hándicap más importante que tenemos es que nuestros jugadores se tengan que marchar de la isla para continuar su formación académica, ya que cada año se nos van una media de cinco o seis jugadores que pueden subir de juvenil. Esto nos impide crecer y nos tenemos que fijar en jugadores de fuera de la isla.

—¿Seguirá vinculado al club?
—Siempre. Es el club de toda mi vida. Le debo muchas cosas a este escudo: amistades, experiencias, oportunidades... Espero seguir vinculado como entrenador de base. Lo único que cambia es que dejo de jugar, no sé si definitivamente o por un tiempo determinado, pero hay algo que tengo muy claro: si el día de mañana me necesita el club para echar una mano, ahí estaré. Soy naranja.