Qué equivocado estaba Calderón de la Barca con eso de que «la vida es sueño y los sueños sueños son». De eso nada. Los sueños son realidad cuando se lucha por ellos con el corazón. Porque eso fue lo que Ants Bfit Muchoticket Puchi puso ayer sobre la pista, su famoso corazón azul, para superar al Adesal Córdoba por un apretado 27-26 y saltar la barrera de Plata para plantarse en División de Honor. El equipo de Noel Cardona tiró de heroica una vez más para certificar no sólo el ascenso de categoría, sino además conseguir el título de campeón de la segunda división nacional. El plantel ibicenco levantó ayer el trofeo que le acredita como el mejor de los 56 conjuntos que componían los diferentes grupos de División de Plata. Impresionante.

El Puchi es más que un equipo o una familia. Es mucho más. Es una religión. Al igual que Jesús, murió en una primera jornada para olvidar, con derrota ante el Ansa Oviedo por 27-31, y se levantó de entre los muertos para firmar una remontada sin adjetivos calificativos posibles. Llámenla memorable, heroica, sorprendente, espectacular... Llámenla como quieran, pero las victorias sobre el Castellón (31- 28), campeón del grupo C, y el conjunto cordobés, ganador del D, fueron de ésas que hacen afición, aunque precisamente esto no le falta al conjunto ibicenco, que volvió a contar con el apoyo de más de un millar de aficionados en la abarrotada grada del pabellón de Santa Eulària. Y es que nadie quiso perderse una nueva hazaña del conjunto santaeulaliense, la primera página de oro en el libro de su historia, ésa que acumula gestas y gestas plateadas y que ahora hace sitio para el color dorado que representa a la División de Honor.

Al igual que el día anterior y al contrario que el primero, el Puchi fue fiel a su estilo y llevó a cabo su presionante defensa 3-3. Sin embargo, la calidad individual de las fuensantinas les permitió dominar el marcador en los primeros compases y ver puerta con facilidad. Ana Ferrer dio las primeras ventajas (6-5, min. 7, y 8-7, min. 10) a un Puchi que encontró a continuación en Alicia Salinas la forma de romper zaga andaluza.

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Suaré, que con sus potentes disparos picados y su brutal zancada hería a las azules, subió el 11-11 al marcador, instante en el que el Puchi metió la directa aprovechando su efectividad y los errores de su adversario para disfrutar de su máxima ventaja, cuatro goles (15-11, min. 22). Valdivia puso fin a un bache de casi siete minutos sin marcar por parte de las discípulas de Paco Bustos, que, pese a todo, no arrojaron la toalla y minimizaron daños al situar el 16-15 al descanso.

Tras el descanso, el decorado cambió por completo. La defensa 6-0 del Adesal se convirtió en un muro impenetrable para las ibicencas, que sólo fueron capaces de marcar cinco goles en 20 minutos. El cansancio había hecho mella en las pitiusas, que ya carecían de claridad de movimientos para buscar la portería. Demasiada horizontalidad en los pases y poca verticalidad para buscar portería recordaban la segunda mitad de la primera jornada, ésa que hizo que el Puchi se estrellara de bruces contra las ovetenses. Hasta de tres goles llegaron a ir perdiendo las locales a falta de un cuarto de hora para el final (20-23). Entonces emergió la figura de Ainhoa García, una superclase, para espantar los fantasmas del pasado. La ibicenca, máxima goleadora y a la postre MVP del partido, empezó a romper caderas con su dribling y transformó cinco de los siete últimos tantos de las suyas. Con el 27-26, a falta de minuto y medio para el final, puso por delante a un Puchi que no sabía lo que era mandar en el electrónico el 35’ (18-17).

La propia Ainhoa pudo sentenciar a falta de nueve segundos, pero marró y el Adesal pidió tiempo muerto. Las cordobesas ya no optaban al ascenso, porque el empate no les valía. Es más, un tanto más de las del barrio de La Fuensanta también apartaría a las ibicencas de Honor en favor de un Oviedo que se debía estar mordiendo las uñas en la grada. Habría sido lo nunca visto. Noel Cardona instruyó bien a las suyas y, con una presión a toda cancha, evitó que su rival se acercara a portería. La afición estalló de júbilo con el bocinazo final y muchos canteranos del club invadieron la pista para fundirse en una piña con sus jugadoras de referencia, ésas guerreras azules que ya tienen el billete que tanto ansiaban. Destino: la División de Honor. O lo que es lo mismo: el paraíso.