Una acción del partido de ayer entre la Peña Deportiva y el Lleida en el Campo Municipal de Santa Eulària.

Hablar de fútbol es hacerlo de goles. Sin ellos no se puede conseguir el objetivo, sea cual sea. El gol se cotiza y eso es lo que, al fin y al cabo, marca la diferencia. Que le pregunten a la Peña Deportiva. El equipo de Raúl Casañ dispuso de más aproximaciones al área que el Lleida, pero los catalanes exhibieron el punch que no tienen los ibicencos para hacerse con el triunfo por 1-2 en un duelo entre rivales directos.

Los visitantes tuvieron en su poder la ocasión más clara del primer tiempo en un remate de Vicente al larguero después de que Radulovic le dejara el balón en bandeja al borde del área pequeña. Fue mediado este periodo, en una falta sin aparente peligro, cuando el Lleida se adelantó. John se tragó la ejecución de Vicente. Con todo, la Peña pudo empatar al filo del descanso, pero un zaguero despejó el balón debajo de los tres palos cuando ya se cantaba gol en la grada.

Tras el asueto, lo de los peñistas fue un continuo querer y no poder. Embotelló a su adversario, que se dedicó a atrincherarse atrás y esperar alguna contra. La fortuna se alió con los santaeularienses en el 69, cuando otra falta sin aparente peligro dio pie a un gol fantasma, obra de Adri Montalbán. El lanzamiento directo lo atrapó el portero, pero el linier, el mejor situado, señaló que lo hizo dentro de la portería. Las quejas visitantes no surtieron efecto y el tanto subió al marcador.

Con el 1-1, las sensaciones eran que la Peña podía aspirar a ya no sólo a su primer punto del curso, sino también a su primera victoria. Nada más lejos de la realidad. En la tercera llegada en todo el choque de los catalanes, Radulovic hizo, cinco minutos después, el 1-2, que ya resultó definitivo. De esta forma, el equipo de Raúl Casañ sigue con su casillero de puntos a cero, con siete derrotas en otras tantas jornadas. Preocupante.