Mateo Sanz, durante una prueba de la Copa del Mundo. | Redacción Digital

El futuro de Mateo Sanz en la élite del windsurf podría estar en dificultades. El formenterense tiene por delante dos grandes piedras que podrían hacerle abandonar la competición de máximo nivel tras los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. El deportista pitiuso no descarta que estos problemas le obliguen a dejarlo, pero confía en que todo salga bien y pueda seguir peleando con los mejores del mundo.

Por un lado, está el tema meramente competitivo. Tras la cita japonesa, es posible que haya cambios en el programa olímpico. «Habría que ver si seguimos como estamos o se cambia a la modalidad con foil. Si hay cambios, veré como pinta un nuevo proyecto en el que hay que aprender mucho y en el que ya hay gente a un nivel muy alto», explica Sanz. En los próximos meses los organismos que rigen la vela mundial tomarán la decisión.

Por otro, lado está el desencuentro que hay actualmente con el equipo suizo, país bajo cuya bandera compite. El Swiss Sailing Team pretende que Sanz abandone sus estudios para centrarse únicamente en la competición, algo a lo que no está dispuesto el windsurfista. El pitiuso tiene pendiente una reunión en la que se estudiará el tema y en la que podría ver reducida la ayuda que recibe de la federación suiza hasta en un 70%.

Pese a todo, el regatista está centrado en su objetivo de competir en los Juegos de Tokio y no quiere salirse de esa línea. Está a la espera de acontecimientos y no quiere entrar en conflictos ni en disputas. Su idea es firme: Seguir entrenando para poder disputar su segunda cita olímpica y a la vez seguir formándose para intentar asegurarse un futuro.

Sanz se encuentra en el último año de sus estudios de INEF-Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y tiene claro que no va a dejar los estudios porque del windsurf no se puede vivir una vez que se haya retirado. «Hasta la fecha me ha ido bien compaginando las dos cosas. Son complementarias y me sirve para aprender en las dos direcciones», explica.

Si perdiese el apoyo económico del país alpino, sería un revés importante, pero no definitivo. «Supondría que haría menos entrenamientos fuera de casa y que tendría algo menos de material nuevo para mantener el calendario de competición», señala. La ayuda que recibe del equipo suizo no es la única con la que cuenta el pitiuso y supone aproximadamente el 20% de los 30.000 euros que necesita para preparar la temporada.
Unos contratiempos que no le hacen variar su hoja de ruta. «Pase lo que pase, seguiré hasta Tokio 2020. De eso no hay duda», sentencia Sanz. El windsurfista tampoco renuncia a competir por España una vez que se celebren esos Juegos Olímpicos: «Si no es posible competir en alguno de los proyectos suizos, no descarto hacerlo con España. Siempre estuve más cómodo. El idioma, la logística, el entrenador... es todo más fácil».

El formenterense asegura que también sacará algo positivo de estos problemas. «De todo se aprende y esto me servirá en un futuro laboral. No sólo está la competición y ganar», concluyó.