Sergio Cirio, de la UD Ibiza, presiona a un jugador del CD El Ejido.

Que el despido de Andrés Palop ha generado sorpresa entre mucha gente nadie lo duda, pero que la imagen de la UD Ibiza, sobre todo fuera de casa, no era precisamente para tirar cohetes tampoco se puede negar. «¡Cómo debe estar Amadeo ahora mismo viendo el partido! Estoy mosqueado yo; imagínate él», le dije a mi compañero cuando quedaba media hora para el final del partido contra el Club Deportivo El Ejido. Tres horas y cuarto después del pitido final, las sensaciones del presidente celeste se plasmaron públicamente al fulminar al técnico. Bueno, al primero, el segundo y el preparador de porteros.

Y es que un equipo con estos jugadores –por más que se haya querido vender que es un recién ascendido, todos sabemos lo que hay y hacia dónde navega– no puede dar la imagen que está ofreciendo lejos de Can Misses, sin que tampoco en este estadio es que sea el Barça de Guardiola. Ojo, que nadie se lo puede pedir tampoco, porque esto no deja de ser Segunda B, pero normal, desde luego, no es. Que seas incapaz ya no sólo de marcar un gol, sino de tirar más que una vez a puerta contra el Club Deportivo El Ejido, inmerso en la zona de descenso, es para hacérselo mirar. Como también hay que hacerse mirar que en las dos últimas jornadas, ambas fuera de casa, hayas tirado dos veces en total entre los tres palos.

Una semana antes, en Huelva, el Recreativo se había mostrado superior a una Udé inoperante en ataque y cuyo bagaje ofensivo se reducía a un remate de Núñez. Y en el anterior partido a domicilio, contra el Badajoz, el conjunto unionista no sólo no fue incapaz de superar a un rival que jugó con uno menos desde el minuto 7 y contra el que desperdició un penalti, sino que, además, acabó perdiendo por la mínima pero con una claridad asombrosa. Eso no es normal.

Tampoco es normal empatar en el feudo del Atlético Malagueño (1-1) y ganar solamente un encuentro a domicilio en lo que va de año –encima de penalti en el último minuto contra otro rival de la zona baja como el Sanluqueño y en otro encuentro para olvidar en cuanto a juego–, racha que se incrementa hasta siete si se tiene en cuenta que desde el 11 de noviembre de 2018 no se ha visto ganar cómoda y merecidamente a la escuadra pitiusa (0-3 contra el Granada B).

Cualquiera con dos dedos de frente sabe que solamente con los partidos de casa no se puede alcanzar la ansiada fase de ascenso. Hace falta también sumar lejos de tu estadio, sobre todo cuando el margen de error va disminuyendo con el paso de las jornadas. Cualquiera con dos dedos de frente sabe que a Amadeo Salvo no le tiembla el pulso a la hora de tomar decisiones drásticas, por lo que, analizando la situación, tampoco es que sea descabellada. Hace falta algo más para clasificarse para la fase de ascenso y los números no dan.

Vale que Palop tomó las riendas de los celestes con un triunfo en cinco jornadas y en zona de descenso, pero que nadie olvide la calidad de la plantilla. Escudarse en que el equipo estaba abajo y, ahora, en la zona media-alta no es una excusa válida si se tiene en cuenta el nivel del plantel y que sólo habían transcurrido cinco jornadas. No vale.

El presidente de la UD Ibiza es consciente de que algo falla y muy difícilmente verá a los suyos en la fase de ascenso con el camino trazado. Pónganse en su piel. Desembolsas una gran cantidad de dinero en fichajes de nivel y no ves a los tuyos ganar al Malagueño, a El Ejido ni el Badajoz con un menos, por ejemplo. ¿Qué habrían hecho ustedes?

Ojo, que el trabajo de Andrés Palop ha dejado cosas buenas. De hecho, muy buenas. La apuesta por el doble pivote Núñez-Iosu –aunque ahora, con más potencial ofensivo, parece que hace falta algo más de creatividad– y la reubicación de Javi García al lateral izquierdo son algunas de ellas, así como el hecho de que Can Misses haya llegado a parecer un fortín, cosa que no era a principios de curso. Que no parezca que el míster es el culpable de todo, porque ni es así ni sería justo. Sin embargo, la exigencia del guion es alta, muy alta, y aquí o se gana o se gana.

Al contrario que a Rubén Mora, hasta ahora segundo entrenador, a Salvo no le salen las cuentas y por eso ha actuado así. Dicho técnico indicó a través de Twitter lo siguiente: «Los números te avalan, el trabajo te satisface y el futuro te ilusiona. Toca decir adiós; agradecido al Ibiza, la afición, el personal y, sobre todo, a los jugadores que nos han hecho disfrutar de esta etapa». En ese mismo hilo añadió que «después de algo injusto e inesperado, solo hay que luchar y creer que lo bueno está por llegar». Analizándolo con detalle, que este equipo esté ahora mismo a ocho puntos del play off y fuera de los puestos que dan acceso a la Copa del Rey hace que la decisión del ‘presi’, quizá, no sea ni injusta ni inesperada. Eso sí, la medida adoptada no garantiza tampoco que se cumpla el objetivo, pero, al menos, trata de buscar un necesario cambio de imagen.