Los jugadores de la Peña Deportiva celebran el gol de David que sentenció el encuentro ante el Marino de Luanco. | IRENE ARANGO

Durante los próximos meses cuando la gente escuche la palabra permanencia por Santa Eulària probablemente piense que están hablando de sus teléfonos móviles o algún contrato similar. Las palabras salvación y Peña ya no tendrán demasiado sentido en la misma frase. Desde hace semanas se sabe que el conjunto Raúl Casañ no va a perder la categoría. El propio técnico lo reconocía en las últimas ruedas de prensa en las que hablaba de «catástrofe». Las matemáticas son caprichosas y dicen que aún podría darse el caso, pero ni la Peña lo va a perder todo, ni los que están abajo lo van a ganar. Así de simple.

En cuanto al partido del domingo contra el Marino de Luanco, coincido con el míster. No fue el mejor, ni mucho menos. Se ganó 4-0 y los de Santa Eulària no brillaron. De hecho se podría decir que sestearon un poco y que por momentos jugaron con fuego. Al final dos goles en la recta final con uno –por expulsión– y dos –por lesión– jugadores más dieron este abultado resultado.

Casañ acostumbra a dar sorpresas en su alineación y contra los asturianos no fue una excepción. Coger la hoja de alineaciones y ver a Marc de Val en el banquillo, sorprende. Suele pasar que estos experimentos, sobre todo, en casa le salen.

El equipo, bien cubierto con Fall, no echó de menos al centrocampista. Y es que cualquiera que vaya habitualmente por la Villa del Río a ver los partidos, se habrá dado cuenta de que este fichaje de invierno es un jugador sobresaliente. Ha dado un gran salto de calidad a un equipo que ya funcionaba muy bien. Un acierto que invita a pensar en cosas mayores.

Dice Casañ que «partido a partido». Está bien, vayamos partido a partido con la ilusión de jugar el playoff.

Otra visita de dudas

Nadie conoce mejor a un equipo y sus jugadores que el entrenador, pero la sensación es que la UD Ibiza salió a jugar el domingo en Boadilla del Monte contra el Internacional de Madrid pensando en el derbi de esta semana contra el Atlético Baleares. La tarjeta que forzó Javi Lara contra el Sporting B fue el primer paso, sorprendió la ausencia de Javi Pérez en la lista y luego los numerosos cambios en el equipo. El experimento salió mal. 2-1 y regreso a la isla de vacío.

Pablo Alfaro alineó un once atípico, con un centro del campo inédito (Núñez, Sibo y Caballé), una delantera inusual (Borja, Mendoza y Cirio) y una defensa con Fran Grima como lateral izquierdo.

A toro pasado es más fácil juzgar y está claro que algo no funcionó. También es verdad que antes del gol madrileño, los ibicencos tuvieron una ocasión muy clara en las botas de Caballé que podría haber cambiado completamente el guion. Cosas del fútbol. Dos balones parados acabaron decidiendo el encuentro.

Al final, viendo la jornada, a algunos les quedará la sensación de que se perdió una gran oportunidad ya que tanto Atlético de Madrid B, como Atlético Baleares perdieron. Otros dirán que afortunadamente esto pasó y todo sigue igual. En lo que probablemente coincidirán todos es en que los celestes tienen que ofrecer una mejor imagen fuera de casa si quieren soñar con alcanzar el primer puesto.