La joven atleta Andrea Romero posa con su medalla de plata.

Andrea Romero Escandell (Formentera, 20-04-2000) se proclamó anteayer subcampeona de España sub-23 en la prueba de los 1.500 metros lisos. La formenterense, que actualmente reside en Valencia y está enrolada en las filas del Juventud Atlética Elche, se prepara duro para, en los tres próximos años, comprobar si puede tener una salida profesional en el mundo del deporte.

—¿Con qué sabor de boca se queda tras conseguir la medalla de plata?
—Bien, estoy muy contenta. Es verdad que comentábamos que había posibilidades, pero estábamos unas cuantas en la pelea por las medallas y había que sufrirlo y ganárselo. Lo que buscaba principalmente en mí era ser competitiva. Hacía tiempo que no me veía así y saqué esa garra que no sacaba hace tiempo.

—Al cruzar la meta, ¿se alegró por el segundo puesto o se le quedó la espinita clavada de haber rozado el oro?
—Estaba supercontenta porque es mi primer año como sub-23 y por conseguir medalla estoy superfeliz, pero es verdad que, como soy muy exigente conmigo misma, me quedé con la espinita clavada, pensando qué habría pasado si hubiera reaccionado antes.

—¿En qué nivel considera que está actualmente?
—Estoy muy por debajo de cómo realmente puedo llegar a estar. Ha sido una temporada rara y no estaba entrenando como podría estar entrenando.

—¿Cómo está llevando la preparación desde que estalló la crisis sanitaria?
—En verano, en principio, no se entrena del mismo modo y siempre descanso, pero, al ser atípica la temporada, entrenaba y trabajaba con este calor, apartada de mi grupo de entrenamiento y sola. Y eso ha influido mucho en mí.

—En el caso del atletismo, al menos ustedes lo tienen mejor que otros deportes que requieren contacto.
—Lo tenemos mucho más fácil, pero es que en Formentera entrenaba sola y para el gimnasio tenías 45 minutos, que entre que entras, sales y limpias las máquinas pues no puedes hacer casi nada. Fue muy duro la verdad.

—¿Cuáles son sus próximas citas en el calendario deportivo?
—Ni idea. Sinceramente, toda esta semana va a ser de desconexión total y no quiero saber nada. Estoy con el cartel de cerrado por vacaciones.

—Pero algún objetivo tendrá.
—Ahora, nada. Como han cancelado el cross, el Europeo y todo, nos centraremos en pista cubierta y en intentar hacer una buena marca en los 1.5000 y a ver si podemos mejorar un poco. Será en febrero.

—En categorías inferiores cosechó numerosos éxitos. Ahora, la etapa sub-23 ha comenzado bien. ¿Cómo está viviendo su propia evolución?
—Creo que es una época muy bonita. Es como la previa a ser absoluta. Mi objetivo en estos tres años es mejorar, trabajar y ver hasta dónde puedo llegar. Trataré de sacar el máximo rendimiento en estos tres años para ver si realmente tengo una buena evolución o no. A partir de ahí, decidiré si me quiero dedicar a esto.

—Precisamente le quería preguntar sobre este asunto. ¿Se ve como profesional del atletismo?
—En estos tres años es donde realmente me quiero dar cuenta de eso y si me puedo dedicar al atletismo al cien por cien o como hobby. El profesionalismo requiere quitarte de otras cosas y es muy exigente. Al final, das mucho de ti y recibes, por desgracia, poco. Entonces, es duro. Como tampoco vivo de esto, porque no cobramos gran cosa por no decir casi nada, dedicarme a esto al cien por cien no sé si es compatible.

—¿Cuál es su sueño deportivo a medio-largo plazo?
—Desde pequeña, básicamente, sueño con representar a la selección española en unos Juegos Olímpicos. Es mi objetivo desde que nací.