Pacheta, durante un entrenamiento con el Sant Jordi.

Llegó desde su Burgos natal a Santa Eulària hace siete años y desde entonces se convirtió en uno de los delanteros clásicos de la Tercera balear. Héctor Carrasco Rojo, más conocido como Pacheta, cuelga las botas. El ariete, a sus 39 años, ha decidido que es el momento de parar.

«Vine a la isla para jugar un año y retirarme y mira… Fiché por la Peña y aquí me encontré muy a gusto. Renové por otro año y ya se vino mi mujer. La verdad que no me esperaba seguir jugando al fútbol tantos años», asegura.

Además, confiesa en cuando empezó su última aventura en el Sant Jordi en seguida se dio cuenta que sería su última temporada: «Otros años cuando me preguntaban si iba a ser mi último año no decía ni sí, ni no, pero al poco de empezar la temporada ya sabía que lo iba a dejar porque te va costando todo más». «Ya no estoy para competir como yo soy. No creo que esté para dar lo que siempre he dado», resume.

Dos años en la Peña Deportiva, cuatro en San Rafael y uno en el Sant Jordi es el recuerdo que deja este delantero en Ibiza, siete cursos en los que celebró 24 tantos. «El tema goleador parece que me lo dejé en la península. Yo era un delantero de 15 goles por temporada, pero aquí no tuve esa suerte. Además, acabé haciendo más funciones de enganche. Eso sí, siempre lo he dado todo en el campo y estoy muy tranquilo en ese aspecto», asegura.

«Llevo desde los 17 años jugando al fútbol fuera de casa. Las fiestas de mi pueblo son en agosto y nunca he podido ir. Se me va a hacer muy raro vivir sin el fútbol. Acabar de trabajar y no ir a entrenar, tener los fines de semana libre, poder comer lo que yo quiera… echaré de menos el fútbol, pero disfrutaré de otras cosas», señala un Pacheta que se quedará en la isla: «El primer año vine a jugar al fútbol, pero a partir del segundo que se vino mi mujer y ya me puse a trabajar decidí quedarme aquí, estoy muy a gusto».

Por último, cuando echa la vista atrás, lamenta no haber conseguido el ascenso con la Peña Deportiva, con la que jugó dos playoffs, pero se queda con «la sencillez de la gente y el gran número de amigo»” que hizo en los tres clubes en los que estuvo. «Eran todos una familia», concluye.