El base Lucas Antúnez. | Daniel Espinosa

Lucas Antúnez (Madrid, 1995) es el director de orquesta del CB Sant Antoni. El madrileño está cuajando una buena temporada, con unos registros similares a los de la campaña pasada en el Basket Navarra, y el equipo sanantoniense lo nota. No en vano, marcha segundo en la tabla con un balance de cinco victorias y dos derrotas, sólo superado por el invicto Benircarló. El playmaker del conjunto ibicenco está «encantado» en Ibiza y no se anda con rodeos a la hora de hablar de objetivos: «Queremos ganar y, si podemos, subir a LEB Oro».

¿Cómo evalúa esta primer cuarto de competición?
—Muy bien. Trabajamos cada día al máximo. Intentamos mejorar cada día y ahí está la dificultad. La mejora la veo. Independientemente de que ganemos o perdamos, el lunes estamos listos para entrenar más duro que cualquier otro equipo. Eso nos ha ido ayudando. Hemos perdido dos partidos difíciles, el de Cartagena por una posesión, pero por norma general estamos centrados y jugando bien. Cuando uno no ha estado tan fino, los demás le han ayudado durante el partido. Estoy muy contento con este primer tramo, pero sabiendo que queda mucho y lo más difícil. No podemos relajarnos si queremos estar arriba o incluso ascender.

¿Esperaba este rendimiento del equipo en su primera temporada en LEB Plata?
—Bueno, yo no sé cómo se ve desde fuera, pero, cuando llego aquí, la mentalidad es la de ganar todos los partidos y jugar para ascender. Queremos estar arriba en la tabla y ganar muchos partidos. Tampoco me puse a predecir qué pasaría en las primeras siete jornadas, porque me centro más en el día a día, pero, cuando llegué, vi que teníamos un equipo muy completo y con muchas posibilidades. Era cuestión de ver si nos ajustábamos unos a otros y cada día estamos más compenetrados. No te puedo decir que sabíamos que íbamos a estar arriba, pero sí que tenía mucha confianza en mis compañeros y en el trabajo.

¿Qué proyecto le vendieron a la hora de ficharle: uno para estar arriba o uno para luchar por la permanencia?
—Ninguno de los dos. Al final, lo que me dijeron más bien es que era un proyecto nuevo y que el entrenador y el club creen en la constancia y el trabajo. Me dijeron que íbamos a currar: horas de pista, individuales, vídeos, gimnasio, pesas… Por mi forma de ser y el tipo de jugador que soy, me gustó mucho. Tampoco te gusta que te digan «vas a ascender seguro» o «vas a jugar seguro pero estaremos abajo». Soy más de trabajar lo máximo y que pase lo que tenga que pasar. Fue más o menos ese discurso y me convenció, entre otras cosas.

¿Venir a Ibiza ayudó?
—Sí, el hecho de que sea en Ibiza ayudó. Yo veraneo con la familia en Formentera, que la conozco muy bien. Ibiza no la conozco tanto y tenía muchas ganas de conocerla. La verdad es que me encanta.

¿Se respira en el vestuario ese espíritu de ganar, ganar y ganar?
—Al final, yo creo que depende de la persona. Yo siempre tengo esa mentalidad y actitud. Siempre tienes que tener en la cabeza que sales a ganar. Se lo he intentado inculcar a mis compañeros. Yo ya había estado en esta liga antes y, sin cortarme, les dije: «He jugado un montón de partidos y tenemos muchas posibilidades y muy buen equipo».

¿Qué compañero le ha sorprendido más?
—No puedo decir uno en concreto. Somos una piña. Estamos compitiendo y día a día vamos a más. Todos tenemos la ambición de ganar e intentar que este proyecto de Ibiza, que es muy bonito, tenga el reto de subir el primer año a LEB Oro. Es muy difícil, pero lo veo como una oportunidad para hacer historia en el deporte de la isla. Es una motivación grande. Estamos entrenando igual o más que el resto y tenemos igual o más talento que los demás. Hay que demostrarlo y ganar. De momento, está yendo bien, pero no nos podemos relajar porque esto no acaba hasta el último partido.

¿Está muy lejos el nivel de este equipo respecto al del líder, el Benicarló, o lo ve alcanzable?
—Yo veo los partidos del rival con el que nos toca jugar. De momento, no he visto mucho del Benicarló, pero no pienso que ningún equipo esté lejos del nuestro. Creo que podemos salir y ganar contra cualquiera. De la misma forma, si no hacemos las cosas bien, podemos perder contra cualquiera. Podemos competir contra cualquiera y se nos tiene que tener en esa conversación.

Con la humildad que puede caracterizar un club con tan corta trayectoria como este, ¿qué es lo que le ha sorprendido?
—Me sorprendió muy gratamente la afición. El pabellón está lleno y se oye a la gente. Nos ayuda un montón.

individualmente usted está firmando unos buenos números, cerca de los de la temporada pasada. ¿Está contento con ellos o quiere superarlos?
—No me fijo tanto en si meto más puntos o asisto más o menos. Lo que quiero es ser el base del equipo que ascienda a LEB Oro. Me es indiferente si es con un promedio de cinco, 10 o 15 puntos mientras pueda aportar y ser pieza clave para que mi equipo gane y acabe ascendiendo. Eso sería lo que más me llenaría. Cuando pierdes, los buenos números pasan a ser números vacíos.

Su padre es un mito del baloncesto español. ¿Qué ha heredado usted de su estilo?
—La actitud en el campo. Cuando salgo a la cancha, no le regalo nada a nadie. Salgo a esforzarme y defender más que ninguno. Todo lo que tenga que ver con esfuerzo y sacrificio va conmigo. Eso es algo que me ha inculcado mi padre más allá de si entran los tiros o se dan más asistencias.

¿Le ha dado muchos consejos durante su desarrollo?
—Muchos y no todos son fáciles (risas), pero los agradezco todos. No los siento para nada como una presión. Tengo la suerte de que mi profesión es mi pasión y no estoy preocupado por nada más. Siempre hablo mucho con mi padre. No conozco a nadie que entienda el juego mejor que él. Es una suerte poder contar con él.

Además, también tiene la fortuna de contar dentro del vestuario con otra referencia del baloncesto nacional como Jordi Grimau.
—Jordi también es un referente. Ya tuve la oportunidad de jugar con él en el Palencia y me ayudó mucho ahí. Yo soy ese tipo de persona que pregunta y quiere mejorar. Jordi es esa persona que da balanza al equipo. Tiene esa veteranía para ayudar a los jóvenes y el talento para tirar del carro cuando hace falta. Cuando, en los entrenamientos, algo no está yendo del todo bien, él dice algo y todo el mundo le escucha. Es, sin duda, una persona que me está ayudando mucho tanto en los entrenos como en los partidos. Es un lujo tener a un jugador con tanta experiencia en la ACB y que se las sabe todas.

Cambiando de tercio, se acaba de cortar la coleta. ¿A qué se debe el nuevo look?
—Me lo ha preguntado todo el mundo (risas). De repente, me cansé. Simplemente, creo que toca cambiar.

Esperemos que no le pase como a Sansón.
—Seguro que va a pasar lo contrario (risas).