Skuja lanza a canasta en el último entrenamiento. | Marcelo Sastre

El baloncesto ibicenco siempre ha estado muy ligado a Sant Antoni. El primer gran equipo que tuvo la isla en el deporte de las canastas fue el Ca Nostra. El club creció de la mano de Manel Bosch. En sus últimos años de baloncesto disparó a un equipo portmanyí que llegó a Segunda División Nacional. Haciendo la figura de jugador entrenador, Bosch que había llegado a ser internacional consiguió aunar a todo el pueblo en torno a un balón.

El Ca Nostra tuvo unos años dorados, pero acabó desapareciendo. Muchos de los que habían vivido aquel proyecto se enrolaron en una nueva aventura y así nació el CB Sant Antoni a finales de los 90.

Pronto se convirtió en un club enfocado a la base para dar la posibilidad a los chicos del pueblo de practicar este deporte. El baloncesto sénior pasó a un segundo plano y en la categoría masculina prácticamente desapareció.

El baloncesto pitiuso resurgió con el PDV. Fueron las mujeres las que volvieron a hacer vibrar a la isla con este deporte. A todos los efectos es el mejor equipo de la historia de Baleares, llegando a disputar una final de Copa de la Reina y competiciones europeas. El PDV fue muy grande durante unos años, pero el proyecto también acabó perdiendo el apoyo económico y con ello los resultados.

Ibiza volvió a tener un baloncesto lejos de los grandes focos. La base y la liga de empresas marcaban la actualidad. En este paisaje un grupo de jugadores de la isla lanzaron un equipo sénior que fue jugando para diversos clubes. En 2019 llegaron a un acuerdo con el CB Sant Antoni.

Hicieron una gran campaña en la liga autonómica, liderando su grupo. Las cosas marchaban bien, pero llegó la pandemia provocada por la COVID-19. Se paralizaron las competiciones y se decidió ascender a los primeros clasificados. Así llegó el Sant Antoni a EBA.

En esta nueva categoría se confeccionó un proyecto ambicioso para intentar dar el salto a LEBPlata. Tras dominar durante la fase de grupos, se llegó a un playoff en el que no se pudo conseguir el ascenso sobre la pista. Eso sí, el buen hacer a lo largo del año hizo que los ibicencos pudieran ascender tras la renuncia de algunos equipos a hacerlo.

En dos años, dos ascensos. En LEB Plata, las cosas siguieron viento en popa y tras una primera vuelta de ensueño, el Sant Antoni    se proclamó campeón de invierno logrando así el billete para disputar la final de la Copa LEB Plata. Una trayectoria meteórica que hoy escribe una nueva página.