Javi Lara posa en el Parque de la Paz. | Tomás Sánchez Venzalá

Javier Lara Grande (Córdoba, 04-12-1985) abandonó ayer la isla y es ya historia viva de la UD Ibiza. Tres temporadas con la elástica celeste le han bastado para dejar huella en el club y la afición, que le rindió honores en su último partido en Can Misses. El andaluz deja un trozo de su corazón en las Pitiusas, donde más cómodo se ha encontrado en toda su trayectoria deportiva, a la espera de estudiar ofertas para la próxima temporada. El jugador reconoce que esperaba haber seguido en las filas unionistas, pero no tiene nada que reprochar y se marcha orgulloso del trabajo realizado.

Último día en la isla. ¿Qué sensaciones tiene?

—Tengo muchos sentimientos aquí. Llegué cuando el club prácticamente era muy pequeñito. Se me llamó con la función de ayudar a crecer y llegar al fútbol profesional, y tengo la sensación de haberlo conseguido. Me voy orgulloso.

¿Por dónde pasa su futuro?

—Por seguir jugando al fútbol y encontrar un sitio donde me vuelva a ilusionar. Ahora son días para desconectar, estar en casa con la familia y empezar a imaginarse otro estadio y otra afición a la que le guste Javi Lara.

Pregunta obligada. ¿Hay algún club que ya se haya interesado por usted? ¿Ha recibido ofertas?

—Ahora mismo todavía hay equipos en competición. No se sabe cuáles van a subir o no. Todavía estamos en tiempo de espera. Estoy abierto a cualquier posibilidad porque me gusta el fútbol en todas las divisiones. Me tocará adaptarme al lugar que me toque.

¿Eso hay que interpretarlo como que abre la puerta a una liga extranjera y a una inferior de España como la Primera RFEF o su idea es seguir en Segunda?

—Siempre digo que eres de la categoría en la que acaba la temporada si has sido un jugador más o menos habitual, jugando al menos una media de unos 20 partidos. Pues ahora mismo soy un jugador de Segunda División. Ya vine aquí habiendo jugado en el Córdoba muchos partidos. Me embarqué en esta aventura y me salió genial. No me cierro a nada siempre y cuando se note ilusión en el sitio al que vaya y vea que es un proyecto donde no me engañan.

¿Qué dirá cuando le pregunten por la UD Ibiza y la isla?

—Que ha sido la mejor experiencia y la más bonita de mi carrera, porque he estado superfeliz aquí. He tenido un niño aquí. Vinimos siendo una pareja y nos vamos siendo una familia. Eso es lo primero que diré. Cuando me hablen de fútbol, pues que vine cuando esto era nada y ahora hay fútbol profesional. Cada 15 días vienen ahora equipos con mucha historia.

¿Qué tiene que decir del cariño que le mostró la afición en su último partido en Can Misses y en las redes sociales?

—Es impagable. Eso no se puede devolver. Por mucho que haya dado aquí, siempre voy a estar en deuda con ellos. Me han tratado genial dentro del campo y en mi vida fuera del estadio también siempre he recibido muestras de cariño. Es el sitio donde más querido me he sentido y donde más sentimiento tengo. Y mira que he estado en equipos y sitios. Incluso he jugado en el equipo de mi tierra, pero todos saben que tuve una mala experiencia. Aquí ha sido donde mejor me he sentido a nivel de sentimientos y cariño.

Una vez pasadas ya esas muestras de afecto tanto en Can Misses como en la despedida oficial del club, y con todo más en calma, ¿cómo son estos momentos de decir adiós?

—Es duro, porque pensaba que iba a seguir por aquí. Al final, el fútbol no depende siempre de uno. Fue un golpe duro. Luego llegó la despedida en el estadio y todo está ahí a flor de piel. Cuando mejor estás, viene la despedida. En cuanto a la entrega de la insignia del club, fue un acto muy emotivo. Parece que te dan otro martillazo. Necesito estar en casa , salir de la isla y empezar con otra rutina y otros hábitos, porque, cuando me paro a pensar y hablar de esas cosas, me emociono y no lo puedo evitar.

¿Le pilló por sorpresa la decisión del club de no contar con usted la próxima temporada o barajaba esa posibilidad?

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—En este club siempre se han tomado las decisiones a final de temporada con los jugadores veteranos. Estaba más intranquilo la temporada anterior, porque, al final, vas a un playoff y no sabes lo que va a pasar. Cuando conseguimos el ascenso, me quedé más tranquilo a nivel personal por poder decir: «El objetivo está cumplido. Ahora, si no cuentan conmigo, yo he cumplido». Este año estaba tranquilo porque, cuando he participado, creo que he estado a un buen nivel. Dentro del vestuario creo que he sido una persona importante. La verdad es que pensaba que iba a seguir, pero no tengo nada que reprochar. Al final, son decisiones. Estoy agradecido por haber estado aquí y por la oportunidad de si quería seguir vinculado al club, pero no era el momento. Si tuviera 25 años y me ofrecieran seguir vinculado al club en otro apartado, tampoco lo habría cogido. Y como ahora tengo las mismas sensaciones de poder jugar porque he terminado bien, pues no es el momento de seguir vinculado a un club si no es dentro del terreno de juego.

Usted ha vivido muchas experiencias en el fútbol. Ha jugado en Primera, en la Superliga India, se ha enfrentado al Real Madrid… ¿A qué nivel, dentro de su carrera, colocaría su etapa o el mejor momento vivido con la UD Ibiza?

—Es evidente que jugar en Primera es algo diferente. Cuando vi a mis padres en el Bernabéu, noté algo diferente después de todos los escalones por los que fui pasando. No sé si es por haber tenido un niño aquí o porque ahora los sentimientos están a flor de piel, pero donde más sentimientos he tenido es aquí. Esto lo siento como si fuera mío. Siento que una parte de mí se queda aquí. Parte de este club la siento como mía porque he visto la transformación y lo difícil que es todo. He visto cómo se pasa de ser un club pequeño a estar en el fútbol profesional con todos los cambios en las instalaciones. Todo esto es algo que siento como mío, algo que no he sentido en otro sitio. Los otros clubes en los que he estado ya tenían mucha historia y una base. Es inexplicable, pero donde más sentimiento he notado ha sido aquí.

¿Cuáles son sus tres mejores momentos en la UD Ibiza?

—Creo que la eliminatoria contra el Barça marcó un antes y un después. La gente se dio cuenta de que aquí había un equipo al que aferrarse y con el que se identificó. Creo que si ese día hubiéramos perdido 0-5, la gente habría dicho: «Bueno, aquí hay un equipo de fútbol, pero esto es una irrealidad». Pero ese día la gente se enganchó. Desde entonces, hubo más afluencia al campo. La victoria contra el Atlético Baleares, partido en el que hubo un gran desplazamiento de aficionados, también me gustó. El ascenso, sin duda, también porque vienes de la estocada del Cornellà con la pandemia. Vimos recompensado el esfuerzo después de tanto sufrimiento. Luego, la temporada en Segunda ya es todo más profesional y, cuando se hace más profesional, parece que todo es diferente y no se valoran las cosas igual. A todo esto hay que añadir el nacimiento de mi hijo, que es el momento más bonito.

¿Qué nota le pondría al equipo este curso?

—Un notable alto. No se le da mérito porque hemos conseguido la salvación con bastantes jornadas de antelación. Es cierto que ha sido un año atípico porque los de abajo no han sumado lo de otros años. Normalmente, con 50 puntos se pasa apuros otras temporadas. Creo que nos hemos adaptado bien a la categoría. Hemos jugado contra todos los rivales de tú a tú. Hemos tenido dos cuerpos técnicos que ven el fútbol de manera diferente. El vestuario se ha adaptado porque hemos sido siempre una familia. Creo que la nota es alta y espero que el club siga creciendo.

¿Puede que estas tres últimas derrotas hayan dejado un sabor agridulce y desluzcan algo la buena temporada realizada?

—Siempre que pierdes es duro. Yo creo que el fútbol, por desgracia, es resultadista. Por ejemplo, en Oviedo merecimos ganar. Fallamos muchas ocasiones y nos fuimos con la sensación de haber hecho un buen partido. Cuando la gente mire atrás, recordará esta temporada como aquella en la que hubo un equipo que, en su primer año en el fútbol profesional, logró la permanencia con holgura.

Por el contrario, el comienzo liguero fue espectacular. Permanecieron invictos las siete primeras jornadas. ¿Qué pensaban ustedes cuando veían que la UD Ibiza estaba ya en boca de todos a escala nacional?

—Yo, que tengo experiencia, sabía que la Segunda División es una competición larga. Hasta que no quedan diez jornadas, no sabes dónde está situado cada uno. Empiezas los partidos y juegas con unos rivales que tienen un nombre en la categoría, pero luego, cuando quedan diez jornadas, ves que, pese al nombre, son equipos de la zona baja de la tabla. A mitad de temporada, hemos tenido la ilusión de estar ahí [arriba], pero no hemos tenido esa continuidad o etiqueta de equipo fiable con la regularidad suficiente como para esta arriba. Con el nuevo formato, con seis equipos en playoff, parece que todos pueden alcanzarlo, pero al final eso es sólo para los elegidos.

Con Juan Carlos Carcedo, usted jugaba pegado a la banda. Con Paco Jémez, en cambio, estuvo más en el centro del campo. ¿Dónde se ha sentido mejor?

—Yo creo que acabará mi carrera y todavía no sabré cuál es mi posición ideal. Estoy cómodo en cualquier sitio. Con Juan Carlos, tenía el sitio cogido en la banda, bastante mecanizado. Luego, con Paco, estuve más en el medio y también me sentí cómodo. Cuando estoy en contacto con el balón, siempre soy un jugador que vive cómodo.

¿Qué nota se pondría a sí mismo?

—Un siete. Creo que, cada vez que he participado, he dado un buen nivel. En el primer partido aquí, contra el Málaga, no estuve a buen nivel. Recuerdo que no hice una buena digestión. Pienso que en los demás partidos he estado al nivel de la categoría.

Si no coincide su primer partido en su nuevo club con el primer encuentro de la UD Ibiza, ¿verá a los celestes por televisión?

—Sí que lo veré. Todo el mundo sabe que soy un friki del fútbol y veo todos los partidos y ligas que puedo. Seguro que veré al Ibiza. Al principio, me dará un poco de pena, pero me acostumbraré.