Marc de Val posa en Santa Eulària con un balón antes de un entrenamiento. | Daniel Espinosa

Marc de Val (Blanes, 15-02-1990) cuelga las botas tras cinco temporadas defendiendo los colores de la Peña Deportiva. En su estancia en Santa Eulària, el centrocampista ha vivido de todo, un descenso, un ascenso, playoffs... De Val deja el fútbol para pasar a formar parte de la historia peñista, pues el capitán ha sido clave en los mejores años de la vida del club.

Todavía es joven, ¿qué le lleva a colgar las botas?

—Ya llevaba un tiempo dándole vueltas. Sé que podría jugar dos o tres años más a un nivel óptimo, pero también sentía que no estaba tan bien como a mi me gustaría. Los jugadores y el entrenador me decían que estaba bien, que siguiese jugando, pero yo cuando llegaba a casa no estaba cómodo conmigo mismo. Jugando y en el entrenamiento disfruta muchísimo, pero en casa le daba vueltas a las cosas. Fue una decisión muy meditada y sé que lo voy a echar mucho de menos. Para mí ha sido muy importante haber tenido el apoyo total del club, querían que siguiese, pero también me apoyaron al máximo en esta decisión.

Y ahora, ¿cuál es el plan? ¿Qué tiene pensado?

—Quiero seguir con algo relacionado con el fútbol y se puede ser con la Peña, mejor. Hay cosas habladas y si Dios quiere y se dan las cosas saldrá a la luz más adelante. Me gustaría seguir en Ibiza, con mis compañeros, en el primer equipo o con la cantera.

¿Qué significa para usted la Peña Deportiva?

—La Peña es mi casa. Me siento como en mi casa porque desde el primer día me han hecho sentir así. Antes de venir a Ibiza yo quería meter la cabeza en Segunda B como fuese y por eso vine. Pero desde que llegué, desde el primer día me atrapó. La Peña se convirtió en mi casa y cuando descendimos vi tanto interés en que me quedase que rechacé ofertas importantes del Racing de Ferrol o el Hércules. Jamás me había imaginado que pudiese jugar en la Tercera balear, para jugar en Tercera lo hacía en Castaluña. Me quedé y ahí empezó todo. Llegó gente como Cristeto, que ya es mi familia; Casañ se hizo cargo del equipo y ascendimos, luego jugamos el playoff de ascenso a Segunda. Estaba a gusto y los resultados eran muy buenos.

Son cinco temporadas en las que ha vivido de todo descenso, ascenso, playoffs…

—Que las últimas cuatro temporadas sean tres playoffs es un éxito total. Cuando llegué aquí se hablaba de que la Peña era un equipo que pagaba bien y al día en Tercera, que se estaba a gusto. Ahora, estamos hablando de otras cosas. Se están haciendo las cosas muy bien. Es un club humilde, que hace poco ruido.

No sé si le queda la espinita de no jugar en el Rico Pérez el playoff.

—La espinita la tengo. Me hubiese gustado jugar, pero también hay que ser consciente del nivel que daba el equipo. Nadie es imprescindible en la Peña. El míster no se casa con nadie y eso es muy bueno. Lo primero es el equipo. El jugador es egoísta y yo quería jugar, pero la Peña debe ser eso: lo primero el equipo.

Si tiene que elegir un recuerdo con qué se queda?

—El ascenso a Segunda B fue mágico. No, el ascenso no. El penalti. El que mete Cristeto en el descuento. No el gol. Cuando lo pita el árbitro. Se lió una en la grada y aún no lo habíamos tirado.

Me imagino que en la parte negativa estará la expulsión de la fase de ascenso a Segunda contra el Castellón.

—Sín duda. Es el peor recuerdo que tengo aquí. Se me pone la piel de gallina al hablarlo. Nunca había vivido algo tan exagerado. Yo nunca había creído que pasasen esas cosas. Castellón es un equipazo, no hace falta. Son cosas raras. Yo aquel día hice una sola falta en el partido, fue en el centro del campo y toqué balón. Me sacaron roja directa. Fue un escándalo.

¿Qué futuro le augura a la Peña?

—El futuro tiene que ser mejorar cada año. La Peña es lo que es. Cada año ser un poco mejor, pero no solo el fútbol. La Peña son muchas secciones y muchos niños.

Lleva aquí un lustro, pero cómo ha cambiado el fútbol en la isla.

—Eso es una maravilla. Ya cuando bajamos a Tercera se vio que estaban cambiando las cosas. El CD Ibiza y el Formentera tenían un equipazo. Además, estaba el San Rafael. Nunca había habído cuatro equipos de Ibiza en Tercera. Este año nosotros quedamos terceros y el CD Ibiza, sexto y el Formentera, séptimo. Todo esto sin tener en cuenta a la UD Ibiza que por mucho dinero que tenga, también tiene un mérito enorme. Es muy bonito vivir esta transformación del fútbol de la isla desde dentro.