Imágenes del partido HC Eivissa-Torrelavega. | Tomás Sánchez Venzalá

El Trasmapi UD Ibiza HC Eivissa quedó ayer apeado de la Copa del Rey en la segunda ronda. El equipo ibicenco ofreció una grandísima imagen contra un conjunto de la Liga Asobal, máxima categoría nacional, como el Torrelavega a pesar de caer por 22-26. Es más, el cuadro pitiuso dominó en una primera mitad que se saldó con tablas. Luego, la superioridad de los cántabros acabó decantando la balanza.

El conjunto de Eugenio Tilves demostró muchas hechuras durante una primera mitad que dominó prácticamente en todo momento. Sólo en la recta final vio mermada una ventaja que llegó a ser de tres goles, pero en líneas generales fue superior a su adversario. Juan Gamallo tuvo buena parte de culpa de que los ibicencos mandasen continuamente en el marcador merced a diversas paradas de mérito.

El encuentro se puso pronto de cara para los pitiusos. Javier Espinosa rompió la lata a los 30 segundos y los suyos no tardaron en escaparse de dos goles (3-1, min. 4). El HC Eivissa encontraba las esquinas con facilidad, donde Diego Prada se mostró especialmente inspirado en este arranque.

A los diez minutos, Facundo fue excluido y Marc Torres puso el 8-6 en un lanzamiento de siete metros. Los locales no supieron sacar tajada de su superioridad numérica. Los cántabros recuperaron su séptimo hombre con esos dos goles de desventaja, pero una nueva exclusión acto seguido, esta vez del visitante Fernández, con un siete metros incluido permitió a los de Tilves dispararse en el tanteador (9-6, min. 13).

Rebasado el cuarto de hora, Marc Torres tuvo una oportunidad de oro para hurgar en la herida del Torrelavega, un lanzamiento de siete metros que lanzó por encima del larguero. Dicen que el que perdona lo acaba pagando y eso fue lo que le pasó al cuadro celeste, que vio cómo su adversario reducía distancias y acababa remontando a falta de tres minutos por mediación de Colunga (12-13). Una exclusión de Krook a falta de 37 segundos, en una acción en la que cometió un penalti transformado en gol (13-14), complicaba las cosas, pero Sanz se sacó un latigazo sobre la bocina para llevar el júbilo a la grada y empatar la contienda justo antes de que ambos equipos tomaran rumbo a vestuarios.

El partido estaba vivo, pero la inferioridad numérica comenzó pasando factura tras el asueto. En poco más de un minuto ya mandaban los cántabros por dos tantos (14-16), su máxima renta. Los ibicencos no arrojaron la toalla (16-17, min. 35), pero a los diez minutos se vieron cuatro dianas abajo (16-20, min. 40).

Los visitantes disfrutaron de una renta máxima de seis goles (18-24, min. 50) y ya no se dejaron alcanzar. Impusieron su condición de equipo Asobal para mantener una buena distancia y echarse el pase al bolsillo.