—Me imagino que no han sido unos meses para sencillos. El año pasado una neumonía le tuvo ingresado en el hospital y le alejó de los terrenos durante varias semanas, se recupera y luego llega esta hernia que le obliga a pasar por el quirófano...
—Fue un año muy complicado la verdad. Desgraciadamente, durante toda mi carrera he tenido varias lesiones importantes: un cruzado, el menisco, también musculares... Pero encontrarte con una neumonía fuerte, que estuve ingresado 17 días... Acabas la temporada y llega esto de la hernia, que fue complicado porque se me dormía el brazo y no entendía muy bien que era. Yo pensaba que era una contractura, pero llegó un momento que ya veía que no iba para adelante. Y es muy duro porque tienes que afrontar algo que no quieres que llegue nunca, que es pasar por el quirófano. El médico no me daba otra opción, o eso o dejar el fútbol. También decidí por mi vida, por mi día a día. No hablo ya de fútbol. Me refiero a tener una vida dentro de lo normal y poder hacer deporte. Estaba en un momento en el que no podía ni dormir. El dolor que tenía era insoportable. Gracias a Dios ha salido todo bien. He podido ir reencontrándome con el deporte y con lo que más me gusta. No había mejor manera de regresar al fútbol que metiendo gol.
—Eso le iba a decir. Que fue un regreso soñado.
—Totalmente. Es que eso ni te lo esperas. Yo estaba calentando y pensaba: bueno pues ahora saldré un ratito. Voy a jugar tranquilo sin buscar nada porque el resultado va bastante a favor. Voy a tener unos minutos para romper el hielo y tal... Pero se da la casualidad de que salgo y en la primera jugada veo un espacio entre los centrales y hago un desmarque a esa zona. Y resulta que, en una segunda jugada, un compañero me asiste con la cabeza y, de primeras, pues la meto dentro. Fue una alegría inmensa porque el primer balón que tocas y es gol.
—Además, cuando marcó también se vio mucho en los compañeros que se alegraban un poco más por usted. El míster salió corriendo a abrazarle…
—Sí, yo al míster le estoy agradecidísimo porque me ha dado la confianza en todo. Estuve con él en el Recreativo de Huelva y para mí es como un amigo, o sea no tengo nada malo que decir de él. Me ha ayudado siempre y, en esta situación, aún más. Tanto él, como el club… No cualquiera te guarda la ficha estando lesionado de larga duración y, para mí, eso te muestra la calidad de las personas. En este caso, no puedo estar más agradecido al club y al míster. También a los fisios, a los preparadores que han estado fuera conmigo, ayudándome, y a todos los que han dado su pequeña ayuda para que yo pudiese volver a jugar.
—Más allá de lo personal, parece que este año se ha juntado un equipo muy bueno, que juega bastante bien al fútbol. La gente se vuelva a divertir después de que el curso pasado fuese mucho más complicado.
—Yo veo un equipo bastante sólido y, si nos respetan las lesiones, creo que lo normal es que miremos más para arriba, que para abajo, dentro de que el fútbol es fútbol y puede pasar cualquier cosa. Pero la sensación que da el equipo, sobre todo en casa, es que quiere llevar el peso del partido y quiere dar un buen fútbol. Nos está costando un poco fuera de casa, pero yo creo que cuando empecemos a sacar puntitos y resultados positivos, el equipo irá para adelante. La verdad que hay un equipo alegre, que quiere jugar, que quiere intentar atacar todo el rato y eso es bonito de ver. Como dices, veníamos de un año muy complicado, en el que Alberto (Gallego) se encontró un equipo desestructurado totalmente. Todos nuevos, un entrenador que no salió del todo bien. Y bueno, pues llegó Alberto y cambió todo un poco y nos pudimos salvar. Este año ha podido coger el equipo con más tranquilidad, hacerlo con la ayuda del club y formar el equipo que han hecho. Han mantenido lo que creían que podían mantener del año pasado y han traído jugadores jóvenes muy buenos. Incluso algunos de Ibiza que eso es importante. Han venido Samu y Adri Montalbán y eso es súper importante para nosotros. Por lo menos para mí, es muy importante que se le da la oportunidad a gente de la isla porque también se ve más público en el campo. Parece que no, pero ayuda.
—Lo mencionaba ahora. ¿Qué está pasando fuera de casa para que le esté costando tanto el equipo?
—Sí, justo lo hablamos el lunes en el entrenamiento. Yo creo que es cuestión un poco mental. ¿Por qué aquí juego de esta manera y allí me cuesta más? Pues nunca vamos a saber el porqué, pero yo creo que es una dinámica que en cuanto la rompas… Por ejemplo, esta semana tenemos un partido en un campo complicado como es el del Sant Andreu. A lo mejor vas allí, ‘pum’, ganas y ya te cambia todo el chip. Yo creo que nos está costando un poco competir igual que lo hacemos en casa porque lo que es la manera de jugar es la misma.
—En una línea más general, la Peña era un equipo que subía y bajaba. Ahora, es un equipo consolidadísimo en Segunda RFEF.
—El punto de inflexión fue con Raúl Casañ. El año que subimos de Tercera éramos un equipo joven y muy ambicioso. Mantuvo un gran bloque, trajo refuerzos e hicimos un año espectacular en Segunda B. Yo creo que desde ahí ha sido como una cadena. Todo lo que ha ido viniendo a la Peña ha sido bueno, entrenadores, jugadores. Yo hubo años que no estuve en ese proceso, pero los compañeros que se quedaban me decían: «Es que es lo mismo que el año pasado». Para mí es increíble que cuando se forman los equipos, al final se hacen como familia entre los jugadores y el cuerpo técnico. Esa es la clave de la Peña, la humildad y el trabajo. A partir de ahí, pueden salir mejor o peor las cosas. Ir con un objetivo claro que siempre es la permanencia y, luego, soñar gratis. Si podemos estar más arriba y disfrutar de lo que hemos disfrutado estos últimos años que han sido muchos playoffs, bienvenido.
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