El Atlético de Madrid dejó casi sentenciada la semifinal de la Copa contra el Racing, en el que tomó rumbo a la final con pegada en ataque y cuatro goles de ventaja en el Vicente Calderón, dos de penalti, uno de ellos inexistente, ante un rival prácticamente inofensivo.

Tuvo un arranque prometedor el Atlético. En nueve minutos y liderado por Agüero no sólo dispuso de más ocasiones que en su último duelo contra el Málaga, sino que además tomó ventaja en el marcador en un pase perfecto del atacante argentino al empalme de Simao en el segundo palo.
A falta de un fútbol más fluido en la primera parte, el equipo rojiblanco encontró remedio en la inspiración en ataque, porque se fue al descanso con más ocasiones, como un tiro del uruguayo Forlán, y otro gol más, el 2-0, de Reyes.

Duro golpe, en el minuto 40, para el Racing, que se había sentido capacidad para hacer daño a su rival, sobre todo en alguna irrupción de la clase de Canales.

Malas sensaciones para el equipo cántabro. Todo lo contrario que para el Atlético. Aún más con un disparo de Simao al poste, en un lanzamiento de falta, y con el tercer tanto, un gol con mucha polémica, porque el árbitro Mateu Lahoz convirtió en penalti una falta fuera del área de Toni Moral sobre Jurado. Forlán alteró su imprecisión con un lanzamiento ajustado y el 3-0.

Todavía quedaba casi media hora de partido, tiempo suficiente para el intento de resurrección del Racing hasta una maniobra genial de Agüero, que fue derribado en el área por Pinillos y Forlán apuntilló a los visitantes.