El tenista español Rafa Nadal durante una sesión de entrenamiento celebrada en el All England Lawn Tennis Club. | Efe

Un duelo de números uno da forma al mejor partido posible en el escenario ideal. Rafael Nadal y Novak Djokovic se sitúan hoy (15.00 horas, Tele 5) cara a cara en la pista central del All England Club para conquistar el torneo más prestigioso del mundo: Wimbledon. El número uno saliente ante el número uno entrante, el defensor del título contra el retador más osado, el mejor jugador de los últimos años frente al mejor de la temporada... los argumentos son más que suficientes para escenificar uno de los mejores episodios de la historia del tercer grande del curso.

«¡Otra vez tú!» debieron pensar ambos al saber que se medirían por quinta vez este año en su final más singular. Es la final soñada para el 125 aniversario de Wimbledon y Rafael Nadal quiere extender su dominio sobre la hierba londinense ante el implacable avance de su enemigo más habitual de los últimos tiempos. El mallorquín, que volverá a jugar infiltrado para mitigar el dolor de su pie izquierdo, ha evidenciado su capacidad para mejorar año tras año y progresar durante el desarrollo del propio torneo. Le avalan veinte victorias seguidas (no pierde en el Grand Slam verde desde la final de 2007) y cinco finales en seis años y siete participaciones. Su devoción por Wimbledon le lleva a superarse y su nuevo reto será pelear por su undécimo grande ante su verdugo en cuatro finales este año, el mismo que mañana le desbancará del primer puesto del ranking ATP.

Los últimos enfrentamientos y la consecución del número uno permiten a 'Nole' encarar el desafío con una ventaja psicológica. El serbio ha superado al vigente campeón de Wimbledon en dos finales sobre pista rápida (Indian Wells y Miami) y en sus últimas finales sobre tierra (Madrid y Roma). Djokovic tiene el depósito de confianza a rebosar por sus duelos previos y, sobre todo, por un año 2011 casi impecable, ya que solo ha perdido las semifinales de Roland Garros ante Roger Federer (47 victorias en 48 partidos) en una temporada en la que ha coleccionado siete títulos.

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Sin embargo, la fortaleza mental es una de las grandes virtudes del manacorí, que está preparado para abstraerse de los precedentes y pelear por el trofeo que más ambiciona. Su libro de estilo no esconde que prefiere el número uno, pero, sobre todo, deja patente que lo más importante es el día a día y hoy es el día para conquistar el torneo más especial. Sus éxitos no aplacan su voracidad y su mentalidad le lleva a pensar que solo las victorias pueden devolverle a la cima del planeta tenis.

El balear llega a la final tras afilar sus armas ante Murray. Aumentado su peligro con el revés cruzado y con el resto de golpes más que afinados, Nadal tratará de imponer su intensidad y ritmo ante la capacidad del serbio para adelantarse a sus movimientos. Con un nivel tan alto y tan parejo en cuanto al juego, será decisivo gestionar la presión en los puntos decisivos para inclinar la balanza.
Nadal sigue mandando en los cara a cara que han protagonizado hasta la fecha. El mallorquín ha superado a su rival en 16 de sus 27 choques con unas marcas favorables en tierra (9-2) y hierba (2-0), aunque bien es cierto que el serbio lidera sus encuentros sobre pista rápida (9-5).

La experiencia en partidos como el de hoy está a favor del manacorí. Para el mallorquín será su décimotercera presencia en la final de un grande, mientras que para Djokovic será la cuarta. Para el serbio será su primer encuentro decisivo en el All England Club. Su único enfrentamiento en un duelo de estas características se produjo en la final del US Open de 2010 y el balear salió airoso para completar su particular Grand Slam de carrera.