Miquel Àngel Nadal, en el banquillo durante un partido del RCDMallorca. | Monserrat

Mique Àngel Nadal recoge los bártulos mientras el plan de Serra Ferrer continúa erosionándose. Después de casi una semana de reflexión, el manacorí decicidió abrir la puerta de salida y tomar el mismo camino que había seguido Michael Laudrup, su socio de banquillo durante los últimos quince meses. La marcha del mejor futbolista balear de todos los tiempos, que sólo permanecerá ligado al club como accionista, supone un nuevo golpe a la línea de flotación del proyecto del máximo accionista, cuyo prestigio se desmorona de forma alarmante.
La salida de Nadal cierra una de esas múltiples batallas que se libran en Son Moix de un tiempo a esta parte. El exjugador, incrustado en el vestuario de la primera plantilla desde la llegada de Laudrup, aceptó el encargo de facilitar la transición al nuevo cuerpo técnico tras la marcha del danés (dirigió con éxito al equipo ante Osasuna en Pamplona), pero el aterrizaje de Joaquín Caparrós y las dudas que le generaba la gestión del vicepresidente y director deportivo le han llevado a oficializar una marcha que ya dejaba entrever en la entrevista que concedió a este diario el pasado fin de semana.
Nadal contaba con el respaldo de Caparrós, que había reservado un hueco para él en el cuerpo técnico del Mallorca. Sin embargo, el de Manacor ya había expresado su malestar por la imagen que había ofrecido la entidad en los çúltimos quince días y pretendía desmarcarse de un proyecto con el que apenas encontraba vínculos.
El preparador se desligó oficialmente del club ayer por la mañana, después de comunicarle su decisión a Caparrós y a los futbolistas del plantel, de los que se despidió en los vestuarios de la ciudad deportiva. Nadal seguirá conservando el paquete de acciones de la SAD que adquirió hace algo más de un año, pero ese será a partir de ahora el único lazo que mantendrá con la entidad. Su experiencia deja de estar al servicio de un club que no deja de generar incertidumbre a su alrededor.