Núria Llagostera anuncia su adiós. | Joan Torres

Indefensión, impotencia y rabia se entremezclan en el peor golpe encajado por Nuria Llagostera, que no tiene fuerzas para apelar al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) después de que la Federación Internacional de Tenis (ITF) le impusiera dos años de sanción por un positivo por metafentamina. Dice adiós defendiendo su inocencia apelando al sentido común, su personalidad y a su trayectoria.

La de Cala Millor, suspendida de forma provisional desde el 8 de septiembre y que solo podría competir a partir del 7 de septiembre de 2015, dio positivo en un control que se le realizó en el torneo de Stanford en julio. La cita de San Francisco suponía su regreso a las pistas tras haber pasado por el quirófano el 19 de marzo, pero la baja de su compañera (Francesca Schiavone) lo impidió. Fue seleccionada de forma aleatoria para pasar un control y accedió asegurando que no había consumido ningún tipo de sustancia. Dio positivo en la prueba y en el contraanálisis de la muestra. Posteriormente fue requerida para pasar controles en Toronto y en Cincinnati y en ambos dio negativo.

El estudio del doctor contratado por Llagostera para su defensa determinó que la sustancia llegó a su cuerpo tres o cuatro días antes del análisis. Llagostera asegura que reconstruyó sus día en San Francisco sin advertir la circunstancia en la que la metafentamina accedió a su organismo. La posibilidad de que lo hiciera al beber de una botella errónea se erigió en su argumento, que fue desechado por los expertos de la ITF, que tampoco atendieron al hecho de que la sustancia en cuestión no supone beneficios para el rendimiento deportivo.

A sus 33 años lamenta cerrar su carrera profesional «de esta manera tan desastrosa y sin tener la opción de defenderme». Atrás quedan dos títulos inviduales y 16 en dobles, la modalidad en la que alcanzó sus mayores cotas deportivas tras convertir el top ten en su hábitat natural y conquistando el Masters de final de temporada en 2009 junto a María José Martínez. Olímpica en Pekín 2008 y Londres 2012 asegura que la sentencia «acaba con su sueño de disputar los Juegos de Río de Janeiro y de seguir jugando como doblista».

SIN RECURSO

«No veo salida y no me dan la opción de defenderme»

«Los que me conocen saben que soy una persona honesta, luchadora y que siempre ha dado la cara, pero en este caso no veo salida y solo veo que no me dan opción a defenderme», dice Llagostera a la hora de explicar su decisión de no acudir al TAS. La erosión de estos meses y del juicio que concluyó con su castigo han sido determinantes para declinar la posibilidad de recurso: «No quiero volver a pasar por el mal trago de Londres. Fue mucho desgaste psicológico», dice. «Por la sustancia me podrían reducir la sanción a un año y tendría que dejar de jugar igualmente. Perdería puntos y ranking y no puedo empezar de cero. En dobles no hay previas y a mi edad no veo me la manera de volver a arrancar», argumenta.

CRÍTICAS

«Mi queja principal es hacia la ley vigente»

Las pruebas no mienten y las personas sí. Es la máxima que se aplica en el código antidopaje desoyendo los argumentos de Llagostera. «La ley está hecha de tal manera que, o explicas cómo ha entrado la sustancia en el organismo, o no tienes opción de defensa. Estoy en total desacuerdo. Que hagan los controles que quieran, no tengo problemas, pero ¿no hay opción a los accidentes? No lo quisieron entender y me impusieron la sanción máxima pese a que di nanogramos», manifiesta. «Traté de hacerles entender que no tenía sentido que con 33 años me tomara una sustancia siendo doblista. Me operé para alargar mi carrera y resulta que en tres controles doy positivo en uno y en dos posteriores no», explica. Los dobles no suponían una gran exigencia física para Llagostera, que resalta que la metafentamina no mejora su rendimiento. «No hay manera de que influya. Lo consulté con mi médico y se supone que te da exaltación y luego un bajón increíble y yo no noté nada. Tenía muy poca sustancia. Lo intenté explicar y no me creyeron». Además, refleja que «queda la sensación que querían que yo admitiese, porque si admites a lo mejor se escudan en que es un error. No puedo negar que la sustancia está en mi cuerpo, mi queja es hacia la ley. Que me quiten un año no me sirve, tengo 33».

DEFENSA

«No puedo demostrar por qué la sustancia estaba en mi cuerpo»

«Puede que fuera un medicamento, pero allí solo me tomé un paracetamol y un ibuprofeno que me dieron las propias fisios de la WTA. Basamos nuestra teoría en que entrené en unas pistas externas donde antes jugaron otros socios del club y que puede que me equivocara al coger una botella. No lo podemos demostrar con hechos y cuando no lo puedes demostrar no hay nada que hacer», relata. Explica que «esperaba más apoyos», aunque no precisa de quién y al ser cuestionada por si había recibido llamadas de Rafael Nadal o Carlos Moyà su respuesta es negativa.

FUTURO

«Me amargarán el final de mi carrera, no la vida»

No ha vuelto a coger una raqueta. No lo hará en mucho tiempo. «Me amargarán el final de mi carrera, pero no me amargarán la vida», sentencia la finalista de la Copa Federación en 2008. «Ahora estoy dolida con el mundo del tenis porque me han querido quitar todo por lo que he trabajado estos 17 años. Quiero descansar, tener la cabeza fría y lo primero que quiero hacer es ser feliz. Ya encontraré la manera», analiza la de Cala Millor.

RECUERDO

«Me gustaría que la gente se quedara con lo bueno»

No acertó a señalar el mejor recuerdo de su carrera y espera que los aficionados mantengan una visión positiva de su trayectoria. «El que me quiera creer lo hará y el que me quiera criticar que lo haga. Llevo 17 años y nunca tuve ningún tipo de problema. Saben que doy la cara, que tengo personalidad y las ideas muy claras y me gustaría que se quedaran con lo bueno que he hecho y lo bien que me lo he pasado jugando a tenis».