El delantero de la selección española Marco Asensio pelea un balón con Manuel Akanji, de Suiza. | Toni Galán

Una derrota inesperada, con las peores sensaciones que jamás mostró España con Luis Enrique en el banquillo, a tan solo 60 días del Mundial, ante una Suiza superior desde el físico que castigó la fragilidad defensiva de la Roja (1-2), provocó la pérdida del liderato del conjunto español y le obliga a ganar a Portugal en su casa para acceder a la fase final de la Liga de Naciones.

La imagen radiante de Luis Enrique en la víspera por el nivel de sus jugadores en los entrenamientos, el mejor que vio en su doble etapa de seleccionador según afirmó, contrastó con el gesto torcido del seleccionador el día que 'su' España fue menos España que nunca.

Sin presión alta ni dominio abrumador. Sin la posesión eficaz ni desequilibrio. Sin la seguridad defensiva que parecía alcanzar en sus dos últimas citas. Y con poco gol, sin ni siquiera probar en el primer acto a Sommer, que respondió bien ante los intentos desesperados finales. Una derrota preocupante por la forma a dos meses del gran reto y todo apunta a que el último de Luis Enrique en el cargo.

Suiza avisó con un remate arriba de Sow y un disparo lejano de Xhaka, cuando Azpilicueta perdió la marca de Akanji a los 21 minutos y Pau Torres no llegó a tiempo para evitar el testarazo a la escuadra. Inferior desde el físico, el castigo pudo ser mayor al borde del descanso si Unai Simón no hubiese sacado una mano firme abajo a Shaqiri cuando el suizo encontró un pasillo sin que nadie le encimara antes de chutar. Debía cambiar su aspecto España en la reanudación y lo intentó desde la intensidad, metiendo mayor verticalidad a su juego.

Señas de identidad

En cuanto España se acercó a sus señas de identidad y Asensio salió de su jaula, inventó una acción brillante, marchándose con un giro de Elvedi para ver el fútbol de cara y asistir a la llegada de Jordi Alba que colocaba su zurdazo en la escuadra ante el estruendo de La Romareda. El premio grande a la leve mejoría debía lanzar a España pero la realidad fue la contraria por un nuevo error defensivo. Otra vez en un córner. Otra vez un error de marcaje a Akanji, en esta ocasión de Busquets en el primer palo, antes de que Embolo mandase el balón a la red en boca de gol. Tres minutos había durado la alegría.

Andaba desatado Asensio, que probaba la seguridad de Sommer, cuando Luis Enrique lo quitaba del campo y pasaba al plan B. Por empuje, que no por fútbol, España mereció un empate que en nada habría cambiado su panorama en la última jornada. La selección no había caído como local en los últimos cinco años.