Varias miembros del grupo folklórico de Sant Josep durante la procesión. | MARCO TORRES

Ha venido muchísima gente por la fiesta y hay un ambiente estupendo. Lo malo es que no hay nada gratuito para los niños», comentaba un padre, que junto a sus dos hijos, celebraba su día paseando por la calle principal del pueblo. Allí, decenas de personas aprovechaban que no había concluido la misa, oficiada por el obispo de Eivissa, Vicente Juan Segura, para echar un ojo a la gran cantidad de puestos que había instalados. Desde artesanía local hasta el clásico, más propio de las ferias, de puntería con un rifle. «Nunca hay demasiados puestos, además es gratuito para nosotros durante todas las fiestas», explicó Melisa, una de las vendedoras.

Además de visitantes, vecinos y comerciantes también estaba un grupo de la Asociación de Mujeres de Cala de Bou. «Hemos traído las labores que hacemos y también dulces y cositas saladas hechas por nosotras», explicaba una de ellas mientras atendía.

Nadie quiso perderse la fiesta, y además de políticos, entre ellos, el presidente del Consell, Xico Tarrés, y el alcalde del municipio, Josep Marí Ribas; acudieron también los alumnos del instituto de Sant Agustí para recaudar fondos para el viaje de fin de curso.

Tras la celebración de la misa, que concluyó cerca de la una, se celebró la procesión. El grupo folclórico de Sant Josep cerraba la comitiva que iba capitaneada por la banda de gaiteros, unos 30, Agarimo de Catabois del Ferrol, pusieron aires del norte a la fiesta josepina