El fiscal anticorrupción Pedro Horrach posa para la revista 'Vanity Fair' en la segunda entrevista que concede a la publicación. | Vanity Fair

El fiscal anticorrupción Pedro Horrach vuelve a conceder una entrevista para Vanity Fair tres años después de que ya hablara para la publicación. Horrach se muestra decidido a abandonar su cargo para abrir su propio bufete de abogados.

Tras seis años absorbido en el Caso Nóos, el fiscal cuenta que el juicio le ha producido «mucho desgaste personal, profesional y familiar». A pesar de esto, Horrach confiesa que esperará hasta el final del caso: «La presión ha sido dura y tengo la sensación de no ver el final del camino, pero dicho esto, acepto quedarme y finalizar el proceso de Nóos».

Sobre las críticas que ha recibido durante el proceso de Nóos, Horrach califica como «vergonzoso» que cuestionen la imparcialidad e independencia del fiscal. «Si yo soy el responsable del caso, yo soy el responsable de las decisiones, que son exclusivamente mías», subraya.

Asegura que la crítica que más le ha dolido en Nóos es la de que cumplía ordenes por la implicación de la infanta Cristina. «Me he limitado a ejercer mi trabajo de la forma que he considerado más correcta jurídicamente (…). No puedo basarme en rumores o sospechas acerca del comportamiento de una persona. Desde mi punto de vista no hay indicios que la vinculen con un delito fiscal. Por eso no la imputé».

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Pedro Horrach también habla en 'Vanity Fair' sobre las escuchas al ministro de Interior en funciones, Jorge Fernández Díaz, y afirma que, si por él fuera, el ministro «estaría cesado de manera inmediata e incluso encausado». «No es de recibo es que investiguen quién filtró las conversaciones, pero no su contenido.», subraya el fiscal. Considera las conversaciones filtradas «indignantes e imperdonables». «Si en un sistema democrático suceden este tipo de cosas, hay que atajarlas de inmediato. No somos juguetes ni del ministro del Interior ni del jefe de la Oficina Antifraude ni de nadie», responde el fiscal anticorrupción.

En cuanto a la defensa de Urdangarin, relata que si no hubo acuerdo fue porque «no estaban dispuestos a devolver el dinero». Horrach asegura desconocer por qué el pequeño Nicolás intentó mediar para que Manos Limpias retirase la demanda contra la infanta: «No le conozco. Y si se hubiera puesto en contacto conmigo hubiera salido con una patada en el culo fuera del despacho y al juzgado de guardia, solo faltaría».

De la actuación de Manos Limpias, cuyo máximo dirigente fue imputado el pasado mes de abril por presunta extorsión en procedimientos judiciales, el fiscal asegura que se puede dar «que la Audiencia Nacional determine que el sindicato ha sido autor de un intento de extorsión y que la infanta sea condenada por unos hechos que solo mantenía Manos Limpias».

Tras la detención de Miguel Bernard, líder de Manos Limpias, el fiscal estalló en un receso del juicio contra Virginia López Negrete, letrada de Manos Limpias, y relata cómo sucedió: «Escuché a la señora López Negrete decir que estaba escandalizada y que si las acusaciones fueran ciertas renunciaría de forma inmediata a seguir representando a ese sindicato. Al mismo tiempo, la veía salir en televisión hablando indignada de las cloacas del Estado. Así que en un receso del juicio me giré y le dije que no me creía nada de lo que decía. Los dos elevamos el tono de voz. Ella me preguntó si la estaba llamando extorsionadora. Y aquí acabé la discusión porque no le contesté».