El Rey Jaime I, de la mallorquina Isleña Marítima, en Palma, en una imagen centenaria.

Son pocas las navieras nacionales que han alcanzado a celebrar el siglo de vida marítima. Fue el día 1 de enero de 1917 cuando la histórica Trasmediterránea dio inicio a su actividad como consecuencia de la fusión de otras más antiguas. A la Compañía Valenciana de Vapores de África, Línea de Vapores Tintoré, Ferrer Peset y Sociedad Anónima de Navegación e Industria se añadió más tarde la emblemática Isleña Marítima, cuyos buques llevaban como matrícula Palma de Mallorca.

Sus barcos, conocidos como ‘Los cisnes del Mediterráneo’ por su color blanco original, aportaron un toque de elegancia y prestaciones a los servicios entre Balears y la Península. En especial unidades como el Rey Jaime I o el Mallorca, todo un hito durante aquella Belle Époque, los cuales mantuvieron la primacía en lujo y velocidad hasta la entrada en servicio de las primeras motonaves, como el Ciudad de Palma y el Ciudad de Barcelona, a principios de los años 30.

Así dio comienzo el tradicional prefijo ‘ciudad’, implantado por la II República en sustitución de los nombres monárquicos y militares anteriores. Una característica que junto a los colores de la chimenea, ocre con franja roja, y su gallardete se mantuvo hasta los años 90.

Unión Naval de Levante

En 1924 se fundaron los astilleros Unión Naval de Levante, cuyas gradas presenciaron la botadura de sus buques más representativos durante sesenta años. Por aquel entonces Ernesto Anastasio tomó el relevo de José Juan Dómine al frente de la naviera.

Durante la Guerra Civil se perdieron unidades de prestigio, como el Ciudad de Cádiz, que había acogido en 1933 un célebre crucero universitario con escala en Palma que resultó un extraordinario acontecimiento cultural. Tres años después fue hundido por un submarino al servicio de la Italia fascista, aliada del bando sublevado. Durante la II Guerra Mundial, los buques de la ya popular ‘Tras’ realizaron servicios transatlánticos, facilitando también la emigración a los refugiados judíos de la Alemania nazi. Con la reconstrucción de la flota en la dura posguerra, en 1956 el Ciudad de Toledo representó los productos de fabricación nacional en un largo viaje internacional como exposición flotante.

Con la década de los 50 y dentro del Plan de Nuevas Construcciones llegaron los nuevos correos –llamados así por su emblemático papel en el transporte de la correspondencia–, y los primeros diseños aerodinámicos con un mobiliario estilizado y funcional, que rompían con un clasicismo secular. Por aquel entonces, en 1955-56 entraron en servicio en Palma los buques Ciudad de Barcelona y Ciudad de Burgos, iconos de aquella época.

En 1966, la naviera dio un salto adelante con la puesta en servicio de la serie Albatros, encabezada por el Juan March, bautizado así en homenaje al financiero mallorquín, estrechamente vinculado a la naviera entre bastidores, desde sus orígenes, como principal accionista. Un paso a la modernidad que se consolidó con la entrada en servicio de la serie Canguro, con capacidad para mil pasajeros y tráilers, iniciada por Ybarra en 1972, adquirida por la ‘Tras’ a partir de 1979 y culminada en 1984.

Tuvieron una significación especial los viajes de estudios, especialmente en Semana Santa, cuando viajar por mar era más barato que optar por la vía aérea. Desde 1917 hasta 1967 las operaciones se realizaban frente al popular Passeig de la Riba, donde se ubicaban los tinglados que hacían las funciones de estaciones marítimas. En 1968, las terminales se ubicaron en el emplazamiento actual, y eran un popular punto de encuentro ciudadano, con sus bares en terrazas panorámicas, desde las que se vivieron emotivas despedidas entre serpentinas y rollos de papel higiénico.

Tradición y modernidad

La entrada en servicio de los ferries de lujo JJ Sister y Manuel Soto en 1975/76 marcó la culminación de este proceso y una síntesis entre tradición y modernidad, ya que sus cubiertas y pasamanos eran de madera de teca. Ambos iniciaron sus singladuras entre Palma y Barcelona, que por entonces era la línea preferente... eran otros tiempos. Las seis unidades Canguro marcaron toda una época, que incluyó hasta mini cruceros turísticos y concluyó con la efímera presencia de los superferris Sorolla y Fortuny en Balears en 2001. Por aquel entonces, Trasmediterránea también apostó por la alta velocidad, representada por los fast ferry del tipo Almudaina o el catamarán Millenium, que fueron emblemáticos del cambio de siglo.

Con la adquisición de la naviera por parte de Acciona en 2002, por vez primera en su largo historial, se dio prioridad al transporte de mercancías en carga rodada, frente a las instalaciones de cara al pasaje. Y así, hoy día los buques del tipo ‘ropax’, para camiones y transportistas, ocupan el lugar dejado por una vasta flota de pasajeros, recordada ahora con cierta nostalgia y que ha formado parte durante décadas de la actualidad social balear.