La mayoría de inquilinos que conservan una renta antigua son personas mayores con una renta media-baja y residen, sobre todo, en edificios antiguos de diferentes barrios de Palma. Gran parte de estos pisos no se han reformado y las derramas extraordinarias corren a cargo del propietario. | Archivo

Vivir de alquiler a día de hoy en Baleares ronda los mil euros mensuales de media, aunque todavía existen centenares de inquilinos que pagan menos de 300 euros al mes por su vivienda. Se trata de los contratos de renta antigua aún vigentes en las Islas. No están contabilizados oficialmente pero los agentes de la propiedad inmobiliaria y los administradores de fincas calculan que quedan más de cien. Alguna cuota es de siete euros mensuales.

Los contratos de renta antigua son los firmados antes de 1985 y están regidos por políticas sociales de finales de los años 50 para favorecer el acceso a la vivienda en tiempos de necesidad. Conllevan una prórroga forzosa hasta el fallecimiento del inquilino, que también se aplica a su cónyuge o hijos con una minusvalía que residan en el domicilio. Esta prórroga forzosa se abolió en 1985 con la aplicación del ‘Decreto Boyer’, pero no afecta a los firmados antes de esta fecha.

«Esto supone un problema para muchos propietarios» reconoce la presidenta del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Baleares, Natalia Bueno, quien detalla que la mayoría de estos pisos están en edificios antiguos que necesitan reformas y que no se pueden acometer porque el propietario no tiene capacidad de asumir el coste. Recuerda que la ley que se aplica a estos contratos limita su incremento en función de los ingresos del inquilino que, en su mayoría «son personas mayores con rentas medio-bajas», a los que tampoco «se les pueden repercutir gastos extraordinarios».

La mayoría de estos alquileres están en Palma, en diferentes zonas, y se pueden encontrar en los barrios de Pere Garau, Son Espanyolet o la Plaça de Toros, según el secretario del Colegio de Administradores de Fincas de las Islas, Bernat Seguí. Coincide con Bueno en que no son rentables para el propietario, si bien reconoce que en la mayoría de casos «ya se han resignado». Sobre la posibilidad de recuperar estas viviendas, explica que los jueces solo lo avalan «si se demuestra que existe una necesidad». En caso de conveniencia, la razón es para el inquilino.