El doctor Albert Pou, en Son Espases. | Miquel A. Canellas

El cribado de casos y el rastreo de contactos durante las primeras once semanas de la pandemia penetró menos en las clases desfavorecidas. Es decir, «por cada caso detectado entre personas de alto poder adquisitivo se hicieron muchas más PCR que por cada contagio registrado entre las clases desfavorecidas», explica el médico internista, Albert Pou, como una de las principales conclusiones de un estudio realizado, junto con los investigadores Antoni Colom y Josep Muncunill del IdISBa.

«Seguramente tendrían más dificultades para acceder a su red social o los afectados tienen un peor acceso al sistema sanitario, no porque no puedan ir, sino por temor a repercusiones laborales o por las circunstancias en las que viven», añade el doctor Pou, quien asegura que «todo es un factor a tener en cuenta».

Los resultados del estudio pueden servir para focalizar los esfuerzos en el rastreo de según qué zonas. De hecho, así se le informó a la consellera de Salut, Patricia Gómez, que acudió a la presentación de los resultados hace unos diez días en Son Espases. «Hay que reforzar este punto y me consta que están trabajando en este sentido».

El estudio se hizo a raíz de 36.431 pruebas de PCR que se centralizaron en ese momento en el laboratorio de Son Espases y de los datos de 771 pacientes que ingresaron tanto en el hospital de referencia, como en Son Llàtzer. La muestra está focalizada en Palma y alrededores porque la mayoría de los pacientes se ubicaban aquí.

Lo primero que se hizo fue anonimizar los datos situando el origen de los casos en el mapa. «Desarrollamos una herramienta que agrupaba y ubicaba a los enfermos de forma aproximada en su zona», explica Albert Pou. Camp Redó fue el barrio más golpeado por la pandemia según un informe de Epidemiología que encaja «perfectamente» con los datos que arroja el estudio. «Es donde se ubica la residencia de ancianos más golpeada. En nuestro mapa se veía claramente un foco importante aquí y otro en la Playa de Palma».
El análisis se hizo por secciones censales para que resultara más preciso y en el mapa elaborado «se ve que la zona de Ponent y algunos puntos del centro de Palma fueron de las más afectadas», explica el doctor Albert Pou.

Correlación

La investigación demuestra que la pandemia entró infectando a las personas con un mayor poder adquisitivo, «lo que tiene sentido porque vino a través de turistas o personal de aerolíneas...» y se extendió a zonas más empobrecidas. Por otra parte también se ha visto que si bien la incidencia de la COVID-19 durante las primeras once semanas de la pandemia no entendió de niveles socioeconómicos pues los contagios fueron similares en todas partes, la gravedad del pronóstico sí hizo distingos y se ensañó con los más desfavorecidos.

Según los investigadores, hay una correlación entre el empeoramiento de la salud cuanto más bajo es el nivel económico, lo que conllevó a que también hubiera más ingresos en UCI entre las clases desfavorecidas. «Esto es lo que se ha podido demostrar, por lo que se ha publicado y se ha visto, está claro que la gente que tiene un nivel económico más bajo fue más golpeada». Algo similar ha sucedido en todas partes pues en Barcelona se ha hecho un estudio parecido con las mismas consecuencias.

Los síntomas de la COVID empeoran entre la gente con menos recursos

No es una novedad que la gente económicamente más desfavorecida tiene una mayor incidencia de diabetes, hipertensión, obesidad o tabaquismo lo que les sitúa en un peor punto de partida para la enfermedad de la COVID-19 que, como se ha demostrado, ha desarrollado peores síntomas. También tiene que ver que estos pacientes tarden más a acudir a la asistencia sanitaria pues las circunstancias familiares o laborales dificulten su acceso al sistema.