Distancia y mascarillas. Si bien Salut Pública permitirá ampliar los grupos de reuniones para la matanza del cerdo, se mantienen otros requisitos como el uso obligatorio de mascarillas y la distancia social siempre que sea posible. Los espacios deberán estar aireados y con grupos ‘burbuja’ de máximo seis comensales. | M. Joy

La pandemia no conseguirá paralizar totalmente las tradicionales matances en Baleares, aunque sí las limitará. Tras la información publicada el domingo en este medio sobre la preocupación entre los usuarios y aficionados por la limitación a seis personas de las reuniones sociales y la imposibilidad de realizar esta actividad con tan pocos efectivos, la Conselleria de Salut emitió ayer un comunicado en el que garantiza su celebración permitiendo reuniones de un máximo de diez personas.

Eso sí, prohíbe los berenars y dinars multitudinarios que suelen acompañar este día, entre otras múltiples restricciones que dificultan enormemente su celebración, aunque no la limitan.

Salut reconoce que es difícil atender a las operaciones de sacrificio (aunque en realidad están prohibidas, ya que el animal ha de ser sacrificado en un matadero), despiece u otras actividades propias de la matanza del cerdo únicamente con seis personas, si estas no son profesionales, cosa que ocurre en la mayoría de casos.

Ante esta tesitura, la directora general de Salut Pública, Maria Antònia Font, emitió ayer una nota donde hace una excepción a la regla general y amplia a grupos máximos de diez personas los permitidos para las matances.

Ello no exime de cumplir las medidas sanitarias que se aplican habitualmente como el uso obligatorio de mascarilla, asegurar las distancias de seguridad siempre que sea posible.

Se prohíben asimismo todos los aspectos lúdicos que rodean esta tradición como los dinars o berenars en el que acuden no solo las personas que han faenado en la matanza sino otros amigos o allegados.

Este año las comidas quedan limitadas al grupo de trabajo y a un máximo de seis comensales, lo que obligará a sentarse en dos meses si el equipo es de 10 personas.

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Salut deja claro que «queda prohibida la asistencia a las matances de personas que no participen activamente en los trabajos.

Otro de los requisitos es que todas las actividades deberán realizarse en espacios «muy aireados» y que los trabajos se organizarán de manera que se creen «grupos burbuja» de un máximo de seis personas.

En la medida que sea posible, añaden, las faenas se ejecutarán con distancia social y, cuando sea imposible mejor si son grupos de convivientes.

Salut recuerda también que la matanza del cerdo es una actividad que tiene por objetivo el autoconsumo de los productos cárnicos, por lo que la persona que realiza las matances debe ser quien ha criado al animal, ya que es una actividad productiva.

Una de las medidas más controvertidas de la nota aclaratoria emitida ayer por Salud Pública es que el «animal ha de haber sido criado por la persona titular de las matanzas», lo que acaba con el negocio de los criadores de cerdos que venden los animales para que un tercero haga las matances y deja sin materia prima a estos.

Esta dinámica es muy habitual en Ibiza, isla en la que, por lo tanto, el número de matances disminuirá notablemente respecto a otros años.

Todo ello, siempre que Salud no corrija este extremo, ya que poco tiene que ver desde el punto de vista sanitario y para la contención de la pandemia que el animal haya sido criado por un ganadero profesional o bien por uno aficionado.

Por su parte, desde Agricultura califican de «aceptables» las condiciones fijadas por Salut para poder realizar la matanza «como se han celebrado hasta la fecha» y que la pandemia no limite una actividad tan arraigada en Balears.