Portada del libro ‘Poniendo alma al dolor’.

Uno de cada cinco niños han sufrido abuso en algún momento de su vida, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Para saber cómo afrontar la terrapia de estos menores en consulta, cuatro psicólogas infantiles de Mallorca acaban de publicar el libro Poniendo alma al dolor (Ed. Desclée de Brouwer). Pepa Horno es la coordinadora de este libro en el que han trabajado Carolina Moñino, Carmen Ruiz y Elena González. Un libro que tiene como objetivo convertirse en herramienta para profesionales y también para acompañar a los niños y a las familias.

«La idea fue de Pepa Horno, autora de varios libros sobre violencia y afecto. Era nuestra supervisora en la Unidad Terapéutica para Menores Víctimas de Abusos Sexuales (UTASI) y nos propuso compartir toda nuestra experiencia. Hay muchos libros que describen qué hay que hacer, pero no el cómo. Nosotras hablamos continuamente de la importancia del vínculo terapéutico entre niño y psicólogo. El objetivo es darle voz a todos esos niños», señala Ruiz.

Una experiencia en la que sufre la víctima pero también sus familias. «El abuso es una bomba que cae en el niño pero la metralla afecta a los que le rodean», dice Ruiz.
Los niños llegan a la consulta tras la revelación de la violencia sexual, ya sea por que lo hayan manifestado o por que un adulto lo haya detectado. «Los niños no hablan. No entienden qué les ha pasado o están atemorizados. Los abusadores llevan a cabo el abuso de manera silenciosa, algunos con amenazas y otros con interacciones ambiguas, lo que conlleva que muchas veces los niños no entiendan lo que les ha pasado», cuenta Moñino.

Advierte que no es que haya más violencia sexual contra niños y adolescentes, sino que «ahora se detectan más casos gracias a los programas de detección, información y prevención». Pese a la experiencia tan dura que han vivido, Ruiz señala que «las heridas se curan. Les ayudamos a cicatrizar». Tras pasar por terapia, en los juzgados muchos sufren «la revictimización. Entonces vuelven a consulta y les acompañamos en el proceso judicial».

Moñino dice que «necesitan mucho el apoyo de padres y familias. Si un niño revela los abusos que sufre, no hay que mostrarse susto ni decirle ‘¿por qué no lo has contado antes?’. Es darles a ellos toda la responsabilidad de seguir sufriendo abusos. Tenemos que dejarles que hablen y escucharles». Los menores son víctimas muy vulnerables y es más fácil que caigan en manos de un abusador «si han vivido historias de negligencia o malos tratos».

«Con estos niños y jóvenes trabajamos que puedan vivir con lo ocurrido. Su bienestar no está en manos de una sentencia», dicen.

Una de las grandes lecciones de este libro y que se les repite a estas víctimas es que «tú eres mucho más que lo que te ha pasado. En la consulta empoderamos a los niños y jóvenes. Eso ocurrió, pero tienen una vida, un futuro y proyectos. Tenemos que trabajar con el dolor, que no estén anclados en el pasado. Hay que crearles esperanza», insiste Carmen Ruiz.