Los pacientes de seguros sanitarios acuden a clínicas privadas, como la Policlínica Nuestra Señora del Rosario, en Ibiza.

Unos 351.000 ciudadanos de Balears, el 29,49 % de la población, tiene contratado un seguro médico. Es la tercera comunidad con el mayor porcentaje, sólo superada por Madrid y Catalunya (y también por las ciudades autonómicas de Ceuta y Melilla).

«Balears funciona de una manera especial porque el seguro privado es una tradición que lleva muchos años arraigada», explica Antoni Fuster, gerente de la Unión Balear de Entidades Sanitarias (UBES). «Hay que pensar que en los años 50 y 60, sólo teníamos Son Dureta, apenas había infraestructuras sanitarias, ni recursos públicos», recuerda.

«Esa época coincidió con el despegue del turismo, llegó la bonanza económica y la gente se hacía un seguro».

«Las compañías lo vieron y fueron apareciendo, primero a nivel local, luego fueron evolucionando», añade Fuster. Y así se forjó una de las estadísticas más altas del país.

Según los últimos datos publicados la Unión Española de Entidades Aseguradoras y Reaseguradoras que abarca al 98 % del colectivo en España, Balears ha pasado de tener al 27,62 % de la población asegurada en 2010, a crecer en más de dos puntos en una década. Sólo en el año 2020, en el que se decretó la pandemia, se sumaron 6.778 a este tipo de contratación.

«El crecimiento es sostenido en los años. De uno para otro no se ha visto un gran crecimiento, aunque es cierto que con las crisis económicas lo último que se quita la gente es el seguro de sanidad», explica Antoni Fuster.

Según el presidente de UBES, el crecimiento «también quiere decir que la asistencia que se da es de calidad. Si no fuera así no crecería», advierte.

Está por ver si el incremento en 2021 será más acuciado, puesto que en esta emergencia sanitaria se han visto seriamente afectadas las listas de espera para acceder al sistema público nacional.

Sanidad pública

Balears cerró el pasado mes de septiembre con una lista de 14.269 personas a la espera de una intervención quirúrgica en la sanidad pública, lo que supone un incremento del 15,16 % respecto al mismo mes del año pasado.

La demora media para operarse es de 133 días, unos cuatro meses y medio, si bien el tiempo de espera mejora en relación al año pasado. El IB-Salut ya hace tiempo que trabaja en un plan de choque para reducir estos indicadores, si bien en cada ola de la pandemia se ha tenido que ralentizar, sino parar, toda la actividad no urgente.

Respecto a las clínicas privadas, que han ayudado gracias a conciertos o convenios a aliviar estas cifras, la temporada estival de 2021 ha mejorado mucho comparada a la anterior. «El año pasado tuvimos una bajada del 30 % de la actividad y, aunque no hay datos definitivos, ha habido una recuperación importante», señala Fuster.