Juan Fernández, operador de rampa en el aeropuerto de Palma. | Laura Becerra

«Me dicen que 24 pasajeros han abandonado una aeronave aprovechando una emergencia. El motivo por el que lo han hecho, lo desconozco. Los aviones que iban a despegar o que aterrizaban están todos cancelados... Es una situación que en veinte años que llevamos aquí nunca la habíamos vivido», así informaba el comandante de un vuelo con destino a Valencia de la insólita escena que se vivió este viernes en Sant Joan. Entre los pasajeros, incredulidad y cierto miedo.

El cielo de Mallorca se vació y la Guardia Civil ordenó paralizar toda la actividad del aeropuerto. Había una veintena de pasajeros corriendo por las pistas y se desconocían sus intenciones.

«Se montó todo un despliegue con policía, Guardia Civil, bomberos...se reunieron en la puerta sur e hicieron una batida por fuera. Después, se fueron a la zona militar», cuenta Juan Fernández, operario de rampa. Se vio sin aeronaves que operar. Los agentes les recluyeron en las oficinas y les ordenaron estar localizables.

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Marina Ramonell

Donde sí hubo movimiento fue en la terminal. Desconocimiento y crispación entre la multitud de pasajeros. «Todos los vuelos se habían retrasado o cancelado y nadie sabía por qué», cuenta Marina Ramonell, dependienta de un kiosko de la terminal C. «La gente estaba muy mosqueada: insultos, malas caras...bueno, nada con lo que no lidie a diario», bromea.

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Irene Salzedo. Foto: Marina Becerra.

Irene Salzedo, camarera de una cafetería, suspira aliviada. Pese a todo el dispositivo y el caos que reinaba, la zona de «Salidas», donde se ubica su local, funcionó con normalidad. «Noté menos gente, pero lo normal al terminar el día, porque hay menos vuelos. Me enteré de todo al leer las noticias la mañana siguiente».

De desértico, a operar como en pleno agosto

Tras casi cuatro horas, a las 23:50h se reabrió el tráfico aéreo: «Empezamos a tener de repente aviones que preparar, que daba gusto. No fue caótico, pero rozó el caos. Pasamos de no tener trabajo a operar como en pleno agosto», cuenta Juan. Destaca la cooperación entre todos los trabajadores. «Me quedé más de dos horas ayudando y me consta que también lo hicieron en otros departamentos».

Un «boom» de operaciones al que también tuvieron que hacer frente los taxistas: «Sobre la una de la madrugada comenzaron a llegar cantidad de turistas. Al haber estado sin trabajo tantas horas, muchos compañeros se fueron y los que nos quedamos casi no dimos a basto», explica Víctor Márquez.

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Víctor Márquez

Por si la situación no fuera complicada de por sí, a las dos y media de la madrugada tocó el cambio de turno. «Tuvimos que irnos con una cola a rebosar de pasajeros esperando y dejar a los que entraban con toda la avalancha».

Tras semejante maratoniana jornada, este sábado muchos trabajadores volvieron a sus puesto de trabajo, interrogados por sus compañeros, al ser protagonista de algo nunca antes visto en Son Sant Joan. Los corrillos se han hecho notar a lo largo de la mañana, al igual que las ojeras y los cafés para llevar.

«Estamos atrapados en la isla, solo queremos volver a casa»

Ha sido tal la dificultad de reubicar a cientos de pasajeros que muchos siguen, aún este domingo, en Palma. «Estamos atrapados en la isla. Solo queremos volver a casa. Esto es indignante», lamentaba entre lágrimas Delphine, sentada en el suelo, con las maletas desparramadas.

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Emeric, Delphine, Lydia, Carole y Boudissa en Son Sant Joan.

Acababan sus vacaciones de cinco días en Mallorca. Una semana, que ha pasado de ‘magnifique’ a verdadero quebradero de cabeza. Llegaron a las 18h del viernes a Son Sant Joan.

Su vuelo salía a las 21.25h, pero a las 20h se lo retrasaron sin fecha prevista de despegue. Sin noticias y sin fecha estuvieron todos los pasajeros del vuelo, hasta que a las 00h los trasladaron a un hotel.

«Había unas 150 personas esperando en recepción. Todos, pasajeros que, como nosotros, se habían quedado sin avión. Tuvimos que esperar hasta las 3h de la madrugada para que nos dieran una habitación, con dos camas pequeñas para tres personas», cuenta Emeric.

43 horas de retraso

A las 9:30h ya estaban de vuelta en Son Sant Joan. Parecía que la pesadilla terminaba: les habían asignado un vuelo a las 11:45h. Sin embargo, ya dentro del avión, a minutos de despegar, les hicieron abandonar la aeronave: había más pasajeros que plazas disponibles.

La misma situación han vivido Boudissa Nabin y Carole Saramon. La aerolínea les ha ofrecido un vuelo para las 16h de este domingo. Un viaje de 43 horas entre Palma y Lyon.