Grupo de alumnos trabajando en un aula de un centro de Baleares. | JAVIER COLL

La 18 edición del Anuari de l’Educació de les Illes Balears fue presentada ayer con una especial atención a las desigualdades, las emociones y las tecnologías como cuestiones estratégicas para superar las fracturas de la pandemia. El acto de presentación oficial tuvo lugar por la tarde en la Cambra de Comerç, con la ponencia Abordant la desigualtat educativa, a cargo de Aina Tarabini, profesora de la Universitat Autònoma de Barcelona.

Por la mañana, el anuario fue presentado ante los medios de comunicación por Joan Amer, director de la publicación; Margalida Miralles, del IES Calvià; y Tomeu Castell, del IES Joan Alcover. Miralles explicó el programa del IES Calvià en educación emocional, denominado Edemind, y lo calificó de «esencial a la hora de enfrentarse a la ansiedad y    los conflictos, también con la pandemia. Existe una necesidad de trabajar y aprender en las aulas la competencia emocional, al igual que la matemática o la lingüística. Para ello, los profesores del centro nos formamos y enseñamos la educación emocional como una materia más, lo que repercute positivamente en las capacidades de atención, concentración y paciencia en los alumnos, en una época en que reciben estímulos muy potentes en las pantallas».

La docente del IES Calvià señaló que «la educación emocional también sirve para que el alumno gestione sus propios recursos a la hora de reaccionar y tomar decisiones ante determinadas situaciones, reforzando la autoconfianza, la autoestima, la relación con los demás y el trabajo en equipo». Miralles indicó que «los alumnos, a partir de Edemind, son capaces de identificar sus emociones y expresar sus necesidades en este sentido. Con la pandemia y, especialmente, el confinamiento, pudieron extenderse el miedo, el aburrimiento y la frustración. La educación emocional ha supuesto una herramienta para alumnos y profesores a la hora de gestionar esta situación, cuando, a nivel general, sabemos que ha habido un aumento espectacular, brutal, de los trastornos de ansiedad y depresión, incluidos los alimentarios».

Responsables del ‘Anuari de l’Educació’ y miembros del Grup d’Investigació i Formació Educativa i Social de la UIB.

El IES Calvià ha introducido la educación emocional en sus contenidos curriculares, dando lugar a «unos mejores resultados académicos en los últimos años, incluyendo, por ejemplo, una actitud menos ansiosa ante la selectividad», subrayó Miralles, quien añadió que «todos los centros deberían contar con programas de educación emocional, con un compromiso de los docentes y de las autoridades educativas. Sin embargo, nos encontramos con centros en los que la educación emocional no es un proyecto integral y transversal, sino tan sólo la iniciativa de unos pocos profesores sin el apoyo de los equipos directivos».