Alumnos del CEIP Alexandre Rosselló. Foto de archivo. | Jaume Morey

Pediatras y logopedas de Baleares han observado un retraso en la interacción, socialización y adquisición del lenguaje en los más pequeños a raíz del uso de la mascarilla y las restricciones derivadas de la pandemia. Así lo ha explicado en declaraciones a Europa Press la presidenta de la Asociación de Pediatría de Atención Primaria de Baleares (Apapib), Marianna Mambie, quien ha insistido en que «los niños están empezando a hablar más tarde de lo habitual». «Lo normal es que al año digan una palabra suelta, a los 18 meses junten dos palabras y a partir de los dos años empiecen a elaborar frases más cortas, pero ahora están empezando mucho más tarde», ha señalado. Además, la pediatra ha alertado también del incremento en la detección de problemas de neurodesarrollo a raíz de las restricciones, es decir, «niños que presentan dificultades para relacionarse con los demás e incluso presentan rasgos de trastorno del espectro autista».

Por su parte, la miembro de la junta directiva del Colegio de Logopedas de Baleares, Miquela Sastre, ha puntualizado que, «a nivel práctico, se ha apreciado un aumento en el retraso a la hora de adquirir el habla, aunque a nivel científico todavía no se ha especificado». «Aprendemos a hablar cuando estamos en contacto con otros entornos sociales, pero ahora se han visto restringidas las experiencias, y cuantas más tengas más capacidad tendrás de adquirir vocabulario», ha remarcado.

Problemas detectados en menores de 3 años

La pediatra ha detallado que estos problemas en el neurodesarrollo y el retraso a la hora de aprender a hablar se observan especialmente en los menores de tres años, que son los nacidos prácticamente durante la pandemia. «El hecho de llevar mascarilla limita que reconozcan expresiones faciales o cómo se pronuncian las palabras, factores muy importantes a la hora de desarrollar el lenguaje», ha indicado, comparando este hecho con la primera sonrisa de un bebé. «Los recién nacidos nacen sin capacidad de sonreír y es a partir del mes, cuando tienen una visión más nítida y son capaces de reconocer las caras, cuando aparece lo que se llama la sonrisa social, que es el primer paso de su interacción», ha ejemplificado. Ahora, teniendo en cuenta «que han estado en una sociedad donde la mayoría ha llevado mascarilla, se dificulta el reconocimiento facial, y si a esto se suma que el niño escucha palabras pero no aprecia el movimiento de la boca, es otro obstáculo para que aprenda a pronunciar según qué fonemas», ha añadido. Además, Mambie ha advertido que estos factores no sólo afectan al lenguaje, sino a su desarrollo psicomotor en general, porque «el reconocimiento de las expresiones faciales es una condición importantísima en el ser humano, ya que el niño acompaña lo que oye de todo un mensaje corporal».

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La mascarilla y la calidad del sonido

Preguntada por cómo ha podido afectar la mascarilla a nivel auditivo en el retraso de la adquisición del lenguaje, la logopeda ha explicado que presenta consecuencias sobre el componente verbal, porque disminuye la intensidad y «los niños oyen menos fonemas o elementos morfosintácticos». Asimismo, ha señalado que este producto sanitario amortigua más el sonido, «lo que hace que sea más difícil entender el habla», y afecta a los sonidos agudos, que son los que aportan «la calidad del habla». Estos últimos bajan un 30 por ciento, aproximadamente, según la experta. Sastre ha indicado también que otras consecuencias de la mascarilla son «la fatiga, porque la aspiración es más difícil, o la deshidratación», al tiempo que disminuye la capacidad de leer labios y captar expresiones, «que es muy importante».

Por su parte, la pediatra ha subrayado que, aunque la mascarilla tiene efectos a nivel auditivo, predominan más las consecuencias visuales a la hora de aprender a hablar. «Si le ponemos delante de una tele o una cinta no va a hablar, el desarrollo del lenguaje se hace gracias a la interacción, a la parte del cerebro que relaciona lo que ve y lo imita, más que por el volumen», ha asegurado. Al margen de la mascarilla, ambas profesionales han señalado a las restricciones como otra de las causas que ha alterado el desarrollo del habla en los más pequeños. «Los niños de la pandemia han visto restringida su interacción social con otros niños de su edad, un factor determinante para el desarrollo psicomotor, porque aprende con sus iguales por imitación», ha insistido la pediatra.

Vuelta a los juegos tradicionales

Para evitar estos posibles retrasos en el habla, Mambie ha recomendado a las familias que vuelvan a los juegos tradicionales con sus hijos, es decir, «la estimulación de toda la vida». Estos juegos pueden ser, por ejemplo, pintar, actividades con plastilina o sobre todo leer, ya que la lectura «es una de las actividades que más desarrolla la capacidad del lenguaje porque el niño puede relacionar lo que ve con lo que escucha». Por contra, ha desaconsejado el uso de dispositivos móviles en niños de cero a tres años, un hecho que ha aumentado a raíz de la pandemia y las restricciones, porque «se está viendo que producen problemas de lenguaje y desarrollo». De igual modo lo ha hecho la logopeda, quien ha añadido otros consejos como «hablar más alto y lento» para contrarrestar la pérdida de sonido a causa de la mascarilla, así como explicar a los niños lo que ocurre y por qué. También se deben lanzar «mensajes claros y sencillos, exagerando la gesticulación y acompañando con gestos el habla, o ayudarse con el cuerpo para transmitir la información». Por último, ha resaltado la importancia de trabajar con los más pequeños en el reconocimiento de las emociones, como la alegría o el enfado, «porque hay mensajes difíciles de identificar por ser sutiles a nivel visual y se deben explicar con palabras», ha puntualizado.

Tres franjas de edad con efectos diferentes

A nivel general, la pediatra ha señalado que la COVID «ha afectado más de lo previsto» en tres franjas de edad, cada una con efectos diferentes. La primera es la que se refiere a los menores de 3 años, para los que las restricciones, además de en la adquisición del lenguaje, han afectado a su desarrollo psicomotor o han derivado en problemas de socialización. En la segunda franja están los niños de hasta 12 años, en los que el mayor efecto negativo observado ha sido la obesidad, por la reducción de la movilidad y el cambio de alimentación. Por último están los adolescentes, que se han visto perjudicados especialmente en temas de salud mental, como depresiones, trastornos en la alimentación e incluso intentos de autolisis, ha concluido la pediatra.