Isabel, sosteniendo los papeles sanitarios de su marido. | Teresa Ayuga

Toni ingresó en un hospital de Mallorca el 14 de febrero de 2019 por un aparente cólico, que le provocó un fuerte dolor de espalda y vómitos. Al final, los médicos diagnosticaron una piedra que obstruía la vía biliar. Al paciente, de 58 años, le dieron el alta a los nueve días, pero la bilirrubina no le bajaba.

Tras muchos meses complicados, de ingresos también, donde la última solución provisional fue colocarle un drenaje bilial, en octubre de 2020 le quitan la bolsa para la operación final, que sería a finales de ese mes. «Desde ese momento, aún seguimos esperando la operación», critica su mujer, Isabel, y lamenta que lleven «17 meses esperando esta operación de vesícula».

Nuevo ingreso

Durante prácticamente todo 2021, el matrimonio únicamente recibió «tres o cuatro llamadas del hospital para saber si mi marido estaba todavía interesado en la operación pendiente de la vesícula. ¿Cómo que interesado?», se preguntó, asombrada, Isabel al coger ella el teléfono. A pesar de todo, no tuvieron cita alguna. Ni más llamadas. Pero, por suerte, Toni no volvió a tener dolores fuertes hasta la madrugada del 17 de enero de 2022. La historia se volvió a repetir para este paciente, aunque los médicos observaron que la vía no estaba atascada.

Toni, hospitalizado la semana pasada, convive con un drenaje desde mediados de enero.

Sin embargo, «le dijeron a Toni que tenía la vesícula inflamada y había infección. Tuvo que hacer dieta absoluta, le hicieron pruebas, radiografías y ecografías», comenta su mujer, que aporta a esta entrevista todos los resultados médicos desde la primera vez que ingresó. A su marido le acabaron poniendo de nuevo un drenaje, pero esta vez doble: para expulsar pus y para extraer líquido acumulado.

Desde mediados del pasado mes de enero, Toni ha estado ingresado en el hospital. El jueves pasado le dieron el alta y se fue a casa con uno de los dos drenajes porque todavía tiene líquido que expulsar. «Ahora la cuestión es que, como tiene la vesícula de nuevo inflamada, no le pueden practicar la operación. El cirujano nos dijo que quizá tampoco haría falta si la vesícula está inactiva», relata.
Isabel confiesa que todos estos años ha pasado factura a su marido: «Le ha afectado mucho a mi marido, incluso no hemos podido irnos de viaje porque el objetivo de Toni era que le llamaran para operar. Un día me llamó llorando que lo que le sucedía era su peor pesadilla materializada».

El matrimonio no entiende que una operación así se haya alargado tanto. Aunque les pilló la pandemia del coronavirus por en medio, «la vesícula es una intervención muy corta, no tiene sentido que esta larga espera hubiera sido por culpa de la COVID-19», considera Isabel. Estos días, Toni ha vuelto a casa pero con el miedo de que los dolores vuelvan a atacarle.

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Todos los informes médicos.

La pareja, sin embargo, agradece la asistencia sanitaria recibida «a pesar de lo sobrecargados que estaban. Pero no entendemos por qué se ha paralizado tanto el problema de mi marido, y más si es un tema de salud. La gente no se enferma por capricho», critica la mujer.