El martes, los equipos de emergencia se volcaron en la localización de un turista alemán atrapado en la cueva y que murió. | Alejandro Sepúlveda

«No descienda en días de tormenta». Una placa, a la entrada de la cueva del Bufador, alerta de un peligro mortal: la gruta, cuando hay temporal, se convierte en una trampa para los que descienden a la cavidad. En los últimos años, dos extranjeros han muerto y otros tres han resultado heridos al adentrarse en el agujero de Cala Serena (Felanitx), que el martes se cobró otra vida. Se trata de un reclamo turístico, que está señalizado en guías y blogs de excursionistas. Unas escaleras, junto a una casa junto al mar, muestran el camino a la cueva, que tiene más de diez metros de altura. Los escalones son resbaladizos, pero el auténtico peligro no es éste. En días de mala mar, el agua inunda el hueco con tal fuerza que barre todo lo que encuentra a su paso.

El 25 de abril de 2013, un joven argentino enamorado de Mallorca, llamado Alexis Mariano Lucas, encontró la muerte allí mismo. El extranjero y tres amigos –una chica y dos chicos– estaban haciendo tiempo porque tenían que traerle las llaves de una casa que estaban acondicionando y decidieron bajar aquellas escaleras, curiosos. Por entonces, no había placa ni cartel que anunciara los riesgos del descenso. A unos metros, en los acantilados de la costa, había olas de tres metros y el viento soplaba huracanado, a más de 100 kilómetros por hora. Todo ocurrió en cuestión de segundos. Una ola irrumpió salvajemente y lanzó por los aires al grupo. La mujer, con un brazo fracturado, pudo salir a pedir ayuda. Un vecino la auxilió y minutos después se inició la búsqueda de los que habían quedado atrapados. Dos de ellos pudieron ser rescatados, pero Alexis nunca más volvió a emerger. A día de hoy, de hecho, sigue desaparecido. Los años siguientes, su familia visitó Mallorca y colocó unos panales recordando su tragedia, a la entrada de la cueva. Y ya entonces se quejaban amargamente de que la gruta seguía abierta: «Esto es una trampa mortal».

El martes por la tarde, casi nueve años después, se repitió la tragedia. Un turista alemán de 43 años de edad, llamado Alexander Siegfried Lubina, descendió la fatídica escalera y una ola lo engulló. Antes, lo propulsó contra los escalones, destrozando el cuerpo. Durante horas fue imposible acercarse a la cavidad y cuando ya había caído la noche –y todo apuntaba a que el extranjero quedaría desaparecido como Alexis Mariano Lucas en 2013–, los submarinistas de la Guardia Civil hallaron el cuerpo sin vida.