El caso de Alpha Pam puso de relieve que el principio de la sanidad universal no podía depender de un trámite administrativo. | Redacción Local

La historia de Alpha Pam expresa cómo alguien puede perder la vida por el simple hecho de carecer de un papel. La muerte de este joven senegalés en Mallorca, que llega a juicio en Palma cuando se cumplen casi diez años de aquel trágico suceso, conmocionó a la sociedad balear en un momento en que, para salir de la crisis crediticia desencadenada en 2008 a nivel global, alguien en el Gobierno de España decidió dejar sin cobertura sanitaria a aquellas personas que se hallaran en situación irregular.

Alpha Pam había llegado tiempo atrás a Baleares, como tantos otros de sus compatriotas, tras encadenar varios episodios de máximo riesgo en una ruta ya de por sí peligrosa. En algún momento tuvo que jugarse la vida a bordo de una de esas barcazas que tratan de alcanzar Europa, y así alguna clase de presente y de futuro lejos de su país. Muchos como él no salieron vivos del océano. Él sí lo hizo, pero acabó sus días abandonado y desahuciado por el propio sistema. Tras un tiempo residiendo en el norte de Mallorca enfermó por una patología curable en un lugar como el nuestro. Tenía 28 años de edad y en el centro sanitario de Can Picafort lo derivaron al Hospital de Inca. Corría el 28 de febrero de 2013.

Allí llegó con la salud ya bastante deteriorada el 5 de abril de 2013, y su entorno asegura que nadie se quiso hacer cargo de él. El motivo, carecía de papeles y en Madrid alguien había aprobado una ley que dificultaba la asistencia médica de quienes viven entre nosotros en situación irregular. Independientemente de su periplo personal y del valor único de cada vida humana.

Según la acusación la doctora envió a Alpha Pam a su casa y 16 días más tarde moría ahogado en su propia sangre. Su muerte causó vergüenza en Mallorca y más allá. Se organizaron manifestaciones, jornadas artísticas de todo tipo clamando Justícia per a Alpha Pam y recabando recursos para repatriar el cadáver del joven senegalés primero, y después contar su historia en un documental para la posteridad. En las instituciones y salones de plenos de las Islas se debatió arduamente sobre este asunto, y se abrieron muchos periódicos con su imagen. Hoy, como si el tiempo se hubiera detenido o incluso echara para atrás, vuelve su nombre a encabezar los noticiarios, en un momento en que la inmigración irregular y las coberturas sociales y sanitarias a los extranjeros se encuentran más entredicho que nunca, en pleno auge de las tesis de Vox cuanto menos a nivel electoral.

Su historia personal la escribió de esta forma en su día José Naranjo en El País: «Casi a partes iguales, las calles de Thiaroye sur Mer están pobladas de arena y de ausencias. De este pequeño pueblo que se asoma al mar, situado a unos 10 kilómetros de Dakar, en Senegal, salieron en 2006 y 2007 decenas de jóvenes hacia Canarias. Al menos 300 de ellos fueron tragados por las olas y aún hoy, diez años después, son como fantasmas que atraviesan las paredes. Alpha Pam sí logró tocar tierra y, sin embargo, es su ausencia una de las que más pesa. Al hijo del viejo comerciante de pescado Amadou Tidjiane no lo tumbó una tormenta ni la hipotermia en el cayuco ni la deshidratación del largo viaje. Murió de tuberculosis en Palma de Mallorca después de que la Sanidad balear se negara a atenderle. Su madre, Fatoumata Malick Watte, aún le llora y no deja de preguntarse por qué». Este próximo viernes la escucharemos de viva voz, al intervenir por videoconferencia en la sesión judicial que examina en la capital balear la muerte de Alpha Pam, su hijo.