Imagen de archivo del dispensario de una farmacia | Redacción Local - Cris

Si bien siempre ha habido escasez de ciertos medicamentos, en este último año la crisis se ha acentuado, sobre todo, en fármacos de uso más común. Frente esto se han puesto en marcha mecanismos de vigilancia, control e incluso actuación por si la cosa se complica. Uno de ellos, a nivel autonómico, es una comisión de seguimiento entre la conselleria, IB-Salut y representantes farmacéuticos de Atención Primaria, hospitales, la cadena de distribución y el col·legi oficial, en la que «se hace un seguimiento para evitar problemas al usuario», explica el presidente del COFIB, Antoni Real. «En caso de desabastecimiento, se solicita a los médicos de los centros de salud que directamente ya no lo prescriban», relata.

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En estos casos, «el IB-Salut puede dictaminar que durante un tiempo no se hagan estas presentaciones y den alternativas, son substituciones excepcionales», añade Emma Suárez, farmacéutica del Centro de Información del Medicamento. Un buen ejemplo sería la instrucción que, en este caso y en su día lanzó la Agencia Estatal del Medicamento, frente a la escasez de amoxicilina pediátrica. La propuesta para esquivar el problema fue utilizar los envases en pastillas de los adultos y partirlas para darle una dosis menor a los niños. La comisión se reúne de forma semanal o quincenal e intenta «crear algoritmos para detectar las carencias, valorarlas y velar o desvelar una prescripción», explican.

Ministerio Sanidad

A nivel ministerial también se han activado estrategias para afrontar la falta de fármacos, la principal pasa por presionar a las empresas farmacéuticas a quienes a veces no les compensa la fabricación por sus escasos beneficios. Aún así, explica Antoni Real, el principal problema es que la fabricación de los principios activos se centraliza en China y la India y la inflación, el transporte, la pandemia o la guerra de Ucrania ha complicado el suministro de materiales. «Son muchos factores», añade.
Sin embargo el problema no es nuevo, «es una tónica que se mantiene en el tiempo». Si bien en los últimos tiempos su impacto es mayor porque afecta a productos de uso más común, sobre todo en el caso del antibiótico pediátrico. El presidente de COFIB insiste de nuevo en remarcar que «no existe un problema de salud pública» porque hasta el momento, todos los fármacos afectados por la escasez tienen substitutivos.