Daniel Roig sufre pitidos continuos en el oído desde hace 3 años. | Teresa Ayuga

Daniel Roig ha dejado de saber qué es el silencio. Recuerda perfectamente el día en que le cambió la vida. Era un sábado como otro cualquiera de septiembre cuando, de repente, dejó de oir por un oído; luego apareció un pitido constante. No le dio importancia. Pero comenzó la semana y el zumbido fue incrementando hasta unos niveles que ya no era capaz de obviarlo. Fue a la consulta del otorrino y después de hacerle muchas pruebas le diagnosticaron acúfenos. «Me dijeron que me acostumbrara al pitido porque no tenía cura y no se me iban a quitar», cuenta. Eso ocurrió hace tres años.

Los que padecen acúfenos o tinnitus dice que es como un zumbido, un pitido o el vapor que escapa de una olla a presión en un oído o en ambos. A los más afortunados les va y les viene, pero otros viven las 24 horas del día con un sonido de estas características en su cabeza. A veces viene acompañado por otros trastornos como ansiedad, estrés o depresión. Con motivo del Día Internacional de Concienciación sobre el Ruido, que se celebra este miércoles, ponemos cara a este trastorno que no tiene cura y que afecta al 8 por ciento de la población española. ¿Cómo se vive sin saber qué es el silencio?

Es difícil averiguar las causas de los acúfenos. Nadie se pone de acuerdo: se pueden deber al estrés o la exposición al ruido, pero también pueden ser el efecto secundario de algunos medicamentos o estar asociados a problemas vasculares. «En mi caso sigo sin conocer el motivo -explica Daniel Roig, que señala que las pruebas que le realizaron confirmaron una pérdida auditiva-. Mi vida ha cambiado a peor, pero intento salir adelante. Los primeros meses costaba tomármelo así. La primera vez que salí del médico tenía en una mano el diagnóstico de un trastorno que no sabía que existía hasta ese momento y en la otra una receta de antidepresivos. La tiré a la basura al momento. No quería estar dopado las 24 horas del día», confiesa Roig.

Ta240423666-04.jpg

Así comenzó un recorrido buscando tratamiento a una afección que, le repetían, no tenía cura. Primero se pasó un mes tomando pastillas para mejorar la microcirculación sanguínea del oído. No sirvió para nada. Concentrarse en el trabajo era casi imposible y confiesa que estaba intratable: «Estás obligado a convivir con un pitido constante, a veces, le aseguro, te saca de quicio». Probó también con terapias alternativas como la digipresión con los dedos y la acupresión. Mismo resultado.

En su búsqueda localizó al doctor Elio Fedullo, médico especialista en Otorrinolaringología, que ofrecía un tratamiento holístico integral, le enseñó a utilizar la meditación como herramienta y le puso en contacto con un grupo de personas en su misma situación: «Es positivo saber que hay mas gente que padece los mismo que tú, ya no te sientes un bicho raro; y, además, nos damos trucos para sobrellevarlo», dice Daniel Roig, que se siente afortunado de poder dormir, porque conoce gente que no puede pegar una cabezada por el zumbido constante.

Por ejemplo, ha descubierto que el ruido blanco, similar al de la carta de ajuste, combinado con la música, le ayuda a soportar el día a día; al igual que utilizar unos cascos de transmisión ósea, que no te aíslan del mundo, pero ayudan. «Hay días en que no me doy cuenta de que sufro tinnitus, cuando estoy haciendo una actividad de ocio o soy capaz de concentrarme en el trabajo. Al final siempre vuelve, pero son pequeñas grandes victorias», finaliza este hombre.