«Mi cultura es española; no sé qué es la cultura americana, vivo allí pero no la entiendo, además, la cultura no tiene nada que ver con la geografía». Así de rotundo se mostró el miércoles pasado en Palma el pintor segoviano Esteban Vicente. Residente en Estados Unidos desde la Guerra Civil, este pintor es una de las figuras más destacadas de la llamada Escuela de Nueva York, exponente más representativo del movimiento denominado expresionismo abstracto. El artista, que cuenta en la actualidad 96 años, se desplazó a Palma para asistir, ayer, junto a su esposa Harriet Godfiey, a la inauguración de la muestra «Esteban Vicente, collages, pintures y dibuixos» que acogen la Fundació Pilar i Joan Miró y el Casal Solleric.

Comisariada por Marta González, la exposición recoge obras datadas entre los años 1950 y 1998 que proceden de entidades privadas y públicas y que en total suman 50 pinturas, 28 dibujos (ambos soportes se exponen en el Casal Solleric) y 35 collages (colgados en la Fundació Miró). Antes de llegar a Palma estas obras, verdadera antología de toda su producción, estuvieron expuestas en el Raina Sofía de Madrid, en el IVAM valenciano y en Santiago de Compostela. El periplo de esta exposición, cuya importancia han destacado numerosos críticos de las ciudades por las que ha pasado antes, finaliza en Palma de Mallorca.

Esteban Vicente apuntó en la capital mallorquina que pinta desde el principio de su vida, una actividad que aún sigue haciendo cada día, y que ser pintor «resulta algo muy complicado, tanto como puede resultar ser poeta o compositor, o, en general, ser artista cuando uno se lo toma en serio: está uno solo para siempre». Para Esteban Vicente, la creación es el resultado de poseer, unido al talento necesario,una tranquila «calidad humana». El trabajo, asegura, le produce una «emoción enorme y auténtica», que, en el fondo, para él significa una forma de apostar por seguir viviendo.